XXXXIX

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Christopher

Estaba recostado en el marco de la puerta mirando de arriba a abajo a Natasha. Traía una toalla abierta en la cabeza.

—y ahora le haces cosplay a la Virgen Maria, ¿o porque traes ese pañuelo en la cabeza? —Comenzamos una batalla de miradas sin fin —¿y porque traes tubos en el pelo?

—mamá me lavó el cabello...

Mantenía su cara alargada. Tomo un sorbo de mi cerveza y me acomodo a su lado. —cuéntame que te pasa, ¿porque llorabas más temprano?

—son cosas de mujeres, no lo entenderías.

—muñeca, llevo 28 años vivo, no hay nada que no vaya entender. —recuesto su cabeza en mi pecho acariciando sus mejillas.

—tengo una regla. —Trato de procesar poco a poco la última palabra, a que se refería ¿tenía una regla de plástico, o de madera? —tengo mi periodo papá.

—oh...—no se donde mirar. Mis ojos recorren toda la habitación buscando que decir. El hecho de que este animalito pueda hacerme abuelo me enfada. —¿felicidades?

—¡No es lindo! —grita ocultándose en la sábanas —me duele el abdomen y se siente de la verga. Prefiero morir mil veces.

—No, no lo veas de esa manera, ahora eres capaz de crear vida dentro de ti, eres como la madre naturaleza...

Natasha sigue fulminando con los ojos. —sal de aquí Christopher.

—okay...

No iba a pelear con ella en su estado, así que solo la dejé sola. El hecho de que Natasha este marcando el inicio de su adolescencia me hace pensar en todos los años que perdí a su lado.  

Por las ventanas de los pasillos observo a Sara remojar sus pies en la piscina, en compañía de los perros. Inconscientemente decido viajar a donde ella.

—¡ay, Christopher me asustaste! —grita cuando pongo mi mano en su hombro.

—de que habla, si usted es más fea que yo.

Me colocó a su lado quedando es silencio. De cierta manera relacionaba lo que sea que tenía con Sara con la paternidad que estaba repartiendo los últimos meses.

—¿te pasa algo cariño? —pregunta sin mirarme a la cara.

Dudé en responder, pero a la final me decidí, no tenía nada que perder.

—siento que me perdí toda la vida de los niños...—mascullo por lo bajo. —Natasha prácticamente se acaba de convertir en una mujercita.

—En eso tienes razón, los niños suelen crecer rápido. Pero si te sientes así, lo único que te queda es disfrutar el tiempo que les queda de inocencia, antes de que se conviertan en futuros ministros arrogantes —completa con una risa.

Perdido en los pensamientos no mido lo que digo —¿Nunca te arrepentiste de haberte ido? —suelto sin más.

—No —responde sin pensarlo dos veces. La sangre me hierve por pensar en pudo haber mejorado en que sea un poco. —No me arrepiento de haberte dejado aquí, porque se que hice lo mejor por tu bien.

—¿por mi bien, hablas de dinero?, porque si te refieres a eso, déjame decirte que estás mal de la puta cabeza por pensar que eso me iba a otorgar un gramo de felicidad.

—Christopher, tu nunca as experimentado lo que a la mayor de la población nos tocó experimentar, la pobreza. —comienza con la cara regia —quien haya dicho que el dinero no es lo más importante en el mundo , no le ha tocado vivir lo que a la mayoría de nosotros si. Preferí mil veces dejarte aquí que condenarte a una de miseria. No tenía estudios, ni trabajo, y llegar a donde estoy me costó años que nunca recuperaré —en su cara se veía reflejada el dolor y el cansancio —justifico tu odio, y tus maldiciones hacia mi, pero como dije preferí eso a tener que hacerte sufrir en que sea un día de hambre. Me fui tranquila sabiendo que tenías un techo donde dormir, estudios, y pan que llevarte a la boca.
Eres un padre ahora Christopher, se que más que nadie comprendes que lo único que quieres es que tus hijos vivan tranquilamente, incluso si eso los lleva a odiarte, eso no significa que los dejes de amar.

Siempre me pregunté el porqué de sus desiciones. Yo no la odiaba, nunca pude llegar a hacerlo.

—¿sólo te fuiste por eso?

—eres mi hijo —siento su mano en mi mejilla —no hay nadie en el mundo más importante para mi, y aun tengas 11, 28, o 60 años, en mis ojos siempre vas a ser mi niño.

...

Había cortado el tema con Sara. Lo que menos quería era terminar en sentimiento con esta mujer, pero digamos que el ambiente está pacifico.

A la hora de la cena llamé la atención de todos, pocas veces comíamos todos juntos.

—bueno raza, deben de enterarse que la noticia del día es que a la reina del Nilo esta despertando su floreciente feminidad, y no quiero que la molesten de ninguna manera.

—¿que es el florecimiento de la feminidad? —pregunta aleksei.

—la menstruacion alek —responde Regina.

—¿y a mi cuando me llegará la menstruacion?

Todos nos miramos entre sí no sabiendo que responder.

—si te comes tres remolachas, de seguro te llega —vuelve a interponerse Regina.

Natasha baja las escaleras con aspecto de que la arrolló un avión.

—buenas noches —saluda sin ánimo.

—hola mi reina —la saluda reece. —¿cómo estás amor mío, mi niña de miel?

—Me siento de la verga, pero estoy viva es lo que cuenta.

Empezamos a comer con los temas de conversación más aleatorios. No está aburrido, de hecho era entretenido, y por un momento se sintió como una familia real...hasta que Thomas abrió el hocico.

—Sara, cierra la boca tu no tienes opinión en esta mesa —escupe Thomas.

—Thomas, no le faltes el respeto a mi mamá de eso modo —me apresuro a decir.

—Si tomate, Abi Sara tiene más puesto que usted aquí —respalda Aleksei. —¿y este hijo de puta quien se a creído?

Aleksei por poco y le vuelve a romper una botella a Thomas en la cabeza, nunca podríamos terminar una noche bien.

...

Cumplí mi promesa de actualizar rápido, No, tengo una explicación válida, No, pero hay va el chisme.

En mi trabajo está este chico perfecto, alto, de lentes, delgado precioso, con dos pepas verdes que hacen que tenga el Niagara allá abajo, y pues quise quedarme horas extras a ver si terminaba casada.

"DESCARADA" -Christopher Morgan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora