Capítulo 1... Los recuerdos pesan más que la soledad misma

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Notas de la autora: Quiero decir que este fic es un poco difícil al inicio porque He Xuan no demuestra sus sentimientos por Shi Qing Xuan, así que sé que a muchos no les gusta que traten mal al Señor del Viento, pero Aguas Negras como Calamidad es bastante difícil, solo espero que puedan darle una oportunidad para que lo descubra.

¡Muchas gracias por leer y espero que les guste!

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La guarida de He Xuan siempre había sido un lugar lúgubre como su corazón herido por una vida que no volvería. Esta oscuridad era constante como lo era un sueño que no comprendía por qué siempre tenía en el punto máximo de la noche, preguntándose si era necesario seguir pasando por eso en vista de que no necesitaba dormir por ser un fantasma.

Estos sueños siempre se desarrollaban de manera diferente, pero el protagonista de ellos nunca se modificaba ni tampoco el final que culminaba con su agitación interna. En esta ocasión, el sueño comenzaba con un recuerdo de su "amistad" con Shi Qing Xuan mientras vivían en la Capital Celestial y terminaba exasperado porque le llamara "Ming Xion" en todo momento mientras se hacían cargo de alguna misión asignada por Jun Wu. La sonrisa del Señor del Viento era radiante, iluminando sus gestos siempre alegres y con el alcohol humedeciendo sus labios mientras hablaba y él comía bocados gigantes del menú que hubiera esa noche.

Después de un tiempo, las imágenes cambiaban hasta su guarida, donde un pequeño dios había perdido su mirada alegre y ahora estaba encadenado con un semblante aterrorizado, rodeado de humanos que ansiaban su hermosa carne y un destino que no parecía tan malo como el suyo. Los jadeos pesados de esa persona se podían escuchar en la prisión fría, con la esperanza de ser perdonado con las súplicas que emitía, pero que no llegaban al corazón de He Xuan. En el sueño siempre se veía a él mismo decapitando a Shi Wudu sin tregua, obteniendo la venganza que tanto ansiaba, sin embargo, no sentía saciedad para su alma herida.

Nuevamente las imágenes cambiaban hasta el momento en que abandonó a Shi Qing Xuan en el mundo humano, ese que tanto había amado y en el que ahora debería sobrevivir en la miseria para que experimentara todo lo que él también había sufrido. Sus ojos dorados mostraban el frío desprecio por el Señor del Viento y le dio la espalda dejándolo a su suerte, esperando que su "mejor amigo" se quebrara hasta enloquecer, justo como su familia antes de morir.

Sin embargo, siempre llegaba a la maligna escena que siempre culminaba sus sueños, Shi Qing Xuan estaba debajo de él, jadeando su nombre placenteramente en su oído, clavando sus uñas en la piel de su espalda pálida pidiendo por más. Sus labios se encontraban en una danza entre frío y calor, sentía que su cuerpo se crispaba por el deseo que endurecía su entrepierna avisando que el orgasmo estaba a punto de ocurrir... Y siempre despertaba antes de terminar.

Al abrir los ojos siempre se abofeteaba, pues sentía el calor corriendo por su cuerpo, con su pene necesitado de atención, pero se negaba a atenderlo debido a las razones por las que estaba así, ¿por qué tenía que soñar con ese dios elemental que tanto lo exasperaba? Al final del día era falso, ese que le había arrebatado su destino. Una y otra vez rodaba en la cama tratando de ahogar sus ganas en la frialdad de las sábanas, pero siempre venía a su mente el color claro de esos ojos que siempre lo miraban con emoción.

— Basta, He Xuan. Ya te pareces al depravado de Xueyu Tanhua... Quizás no debería verlo tanto, menos cuando está "adorando" a su dios.

Ahora que lo pensaba, siempre tenía la mala suerte de visitar a Hua Cheng en los momentos más incómodos, pues, aunque iba a solicitarle dinero o ayuda para algún problema particular, terminaba dando media vuelta espetando palabras como "depravado", "descarado", "molesto". La última vez necesitaba una alta suma de dinero para una misión particular, así como para probar nueva comida a su alcance, pero al llegar sin avisar observó a Xie Lian sobre el regazo de su único prestamista mientras cabalgaba gimiendo apasionadamente el apodo cariñoso que le daba a su esposo y el Supremo le prometía llevarlo al cielo cuando ambos llegaran al clímax del momento.

He Xuan X Shi Qing Xuan. El destino que compartimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora