Pei Ming miraba con curiosidad al enemigo número uno de los cielos. Era cierto que Hua Cheng solía molestarlos algunas veces, pero jamás estando Xie Lian ahí y de una forma tan improvisada haciendo exclamar hasta a Taizi Dianxia.
La sonrisa del Supremo era igual a la de siempre, soberbia, juguetona y amenazante. Pero el general intentaba comprender qué intenciones oscuras estaba teniendo esa intromisión, hasta que su mente se dirigió a su palacio y al pequeño niño que estaba encerrado ahí obligado a recuperarse de la deshonra provocada por algún prisionero lunático de Aguas Negras.
Abrió la matriz de comunicación con sus oficiales, pero ninguno de ellos respondió, lo que era extremadamente raro, ya que tenía tantos que mínimo uno debía reportarse.
— Xueyu Tanhua, ¿qué hace aquí? Me parece que ni siquiera su esposo, Su Alteza Real sabía de su "amable" visita.
Pei Ming comenzaba a sospechar de esa travesura de Hua Chengzhu.
— Vine a recoger a mi esposo, me lo han quitado tantas horas en misiones ridículas o reuniones que al parecer no tienen sentido, que me pareció bueno venir por él. Pero ya que su campana celestial suena como si fuera un enemigo y no el salvador de todos sus traseros inútiles, ¿por qué no nos divertimos un poco?
El Rey Fantasma sacó lentamente a E-Ming acariciando la hoja mientras que el ojo rojo giraba frenéticamente viéndolos a todos en signo de excitación pura.
Todos los oficiales celestiales sentían el terror inundando sus entrañas, especialmente Mu Qing y Feng Xin que eran observados por ese ojo carmesí sediento de sangre y la expresión retadora del fantasma.
— No hay necesidad Hua Chengzhu — se aclaró la garganta el general Ming Guang — a menos de que esté ocultando las acciones de alguien más.
Su sonrisa se amplió pensando que el Rey Fantasma se sentiría intimidado al saber que había sido descubierto.
— ¿Alguien más? ¿Acaso me ves acompañado por alguien invisible? Puedes revisar todos los palacios absurdamente ostentosos de cada uno y no encontrarás ni un alma. Yo no trabajo para nadie.
El brillo de E-Ming seguía siendo amenazante, aún más cuando voló por los aires rozando la garganta de todos los presentes excepto la de Xie Lian.
— ¿Quién me retará esta vez? ¿Quizás las basuras inútiles número uno y dos? ¿O qué tal el general del norte?
Pei Ming parecía confundido, realmente estaba seguro de que Hua Cheng estaba cubriendo algo más oscuro, pero parecía tan seguro de sí mismo por la información que daba, que empezaba a dudar de su propio razonamiento.
— Con gusto me enfrentaré a usted, pero debo pedirle que me permita ir primero a mi palacio a verificar algo importante.
La expresión del general era tranquila, aunque sentía que el nerviosismo corría por cada vena de su cuerpo.
— Adelante, no lo detendré — Hua Cheng ladeó su cuerpo en signo de elegancia y caballerosidad, lo que llenó de más dudas los ojos castaños — pero mientras debo enfrentarme a alguien, ¿quién perderá primero una pierna?
La sonrisa amenazante del fantasma hizo a todos retroceder un paso.
— Yo me enfrentaré contigo, no sé qué quieres, pero si vienes a pelear, estoy listo.
Un niño de cabellos rizados y aire salvaje se adelantó con su espada en mano.
Todos voltearon a verlo, sentían alivio de no ser ellos el blanco del Rey Fantasma, pero sentían pena por la forma absurda e irracional en la que siempre actuaba el general Quan Yizhen.
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He Xuan X Shi Qing Xuan. El destino que compartimos
FanfictionHe Xuan había consumado su venganza, había tomado la vida de Shi Wudu y dejó en la ruina a Shi Qing Xuan... Sin embargo, una pregunta rondaba en su cabeza lastimeramente: ¿por qué no podía dejar de pensar en aquella cálida sonrisa y los ojos claros...