Capítulo 26... Pei Ming... ¿El héroe?

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El demonio de la ilusión sentía cómo se iba fortaleciendo a través de las inseguridades de sus presas. Percibía cómo cada uno de ellos guardaba tanto silencio en su corazón que era un banquete exquisito; por ello nadie salía vivo de ahí, porque ningún mortal o inmortal estaba libre de la desconfianza en sí mismo o en otros, algo que le permitía devorar siempre que quisiera.

— En verdad no entiendo por qué se siguen esforzando para entrar a mis tierras, las respuestas a cualquier tema no creo que valgan una vida...

Los ojos violetas iban aburridos de uno a otro de los dormidos dentro del valle, se deleitaba con las expresiones de dolor de cada uno, pero le parecía aún más seductor ver cómo Shi Qing Xuan y He Xuan se amaban, pero a la vez temían el odio del otro.

Algo que llamó más su atención es que en ese estado de indefensión, las cenizas de los dos grandes Supremos de la tierra y el mar estaban a su disposición, por lo que no podía perder la oportunidad, así que descendió nuevamente al campo lleno de neblina para caminar entre esos cuerpos inmóviles para llegar hasta los objetos que significarían la desaparición total de los fantasmas.

Ahora que el Monte Tonglu estaba sellado para albergar a la tercera Calamidad, ningún demonio o fantasma podía aspirar a tener un rango más alto que Hua Cheng o He Xuan, pero si eran asesinados por alguien... ¿No significaría que realmente existía alguien más fuerte e inteligente que ellos?

— Nunca pensé que los dos Reyes Fantasma fueran tan tontos para enamorarse y entregar sus restos así, pero eso me dará el pase a la gloria, no sabrán ni siquiera como desaparecieron de este mundo.

La sonrisa macabra del demonio de la ilusión hizo que su rostro se deformara en una mueca horrible, quien quiera que viera eso, correría despavorido.

— ¿No crees que transformar un rostro tan bello en una abominación es un pecado?

El tobillo de ese ser era sostenido con fuerza por una mano varonil, Pei Ming había despertado.

El sueño del general Ming Guang parecía que había terminado mientras sentía que la espada se clavaba en su espalda, pero después de un momento de agonía se dio cuenta que sólo él estaba creando ese dolor tan ridículo.

Se levantó en esa ilusión de la tierra de Yushi y suspiró mientras se sacudía las ropas, frente a él seguía la Señora de la Lluvia mirándolo indiferente, mientras que él le regaló una de las sonrisas más encantadoras que tenía.

— Por poco me creo toda esta farsa, pero creo que hay muchas inconsistencias, para ser el demonio de la ilusión, es bastante ridículo.

— ¿Por qué lo es, general Pei?

La voz de Yushi Huang sonaba suave como siempre mientras sus ojos claros lo miraban con curiosidad.

— Primero, ese buey negro me hubiera golpeado hasta morir si te besaba. Segundo, yo nunca te hubiera besado, es obvio que la que caería rendida ante mí serías tú. Tercero, ¡soy Pei Ming! ¿Cómo moriría tan fácil con una espada en la espalda?

El egocentrismo del general estaba en todo su esplendor, por lo que no observaba nada a su alrededor que poco a poco se iba disipando en un borrón de colores sin un paisaje definido.

— Parece que la forma de pensar tan básica del general Pei ayudó en esta situación.

La risa de Yushi Huang sonaba realmente tranquila, sincera, como si fuera el tintineo de campanillas en una tarde refrescante de verano.

— ¿Básica?

Los ojos castaños se oscurecieron entendiendo eso como una ofensa, aunque no desentrañaba del todo lo que significaba.

He Xuan X Shi Qing Xuan. El destino que compartimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora