He Xuan mordió su labio inferior obligándose a serenarse, sus ojos dorados no reflejaban expresión alguna esperando que su cuerpo se calmara a la par. Su respiración fingida para hacerse pasar por un hombre vivo se había paralizado por completo, se encontraba en un callejón sin salida.
¿Por qué seguía soñando con la persona que más odiaba en el mundo? ¿Qué influencia tenía en él? No podía admitirlo.
Todo este asunto lo hacía sentir furioso consigo mismo, sus sueños siempre habían pertenecido a su familia y a su prometida, a aquella vida que le fue arrebatada por un cambio realmente cruel de su destino. Cerró los ojos para guiar sus pensamientos hacia la mujer castaña que había tenido su corazón por años, una que lo llamaba cálidamente con una sonrisa en el rostro para luego abrazarlo sellando un futuro juntos.
Sin embargo, su corazón parecía ya no percibir esas emociones tan vívidas y menos cuando su mente era abordada por un par de joyas azules que lo miraban con atención, así como el alegre caminar de un dios elemental olvidado y la inagotable charla que llenaba sus oídos, llevándolo a sentir un calor interno que cada vez se intensificaba más.
Todos sus pensamientos eran un desorden, pero solo se desvió de ellos cuando un escalofrío recorrió su cuerpo por culpa del hombre detrás de él que suspiró entre sueños, haciendo que ese cálido aliento inundara su nuca para traerlo de nuevo a la realidad.
"Debo irme ahora mismo, ya no soporto más a este imbécil..."
Furioso, Aguas Negras quitó sin ninguna delicadeza a Shi Qing Xuan y su mirada gélida se posó en el mendigo que ni siquiera fue capaz de sentir el cambio de posición por lo pesado de su sueño, después observó al felino acurrucado a su lado y solo se pronunció el sabor amargo en su boca, riéndose de sí mismo por sentir un desprecio incontrolable por un ser tan mundano.
Sin embargo, ya no había tiempo, por lo que decidió tomar su verdadera forma y comenzó a dibujar una matriz de acortamiento de distancia para salir de ahí, sin esperar que una voz adormilada lo llamara.
— ¿Xuan? ¿A dónde vas?
Shi Qing Xuan tallaba sus ojos en un acto reflejo por intentar acostumbrarse a la penumbra, pero solo hasta que logró enfocar a la figura delante de él, un grito ahogado desgarró su garganta, consumido por el terror que provocó un temblor súbito en todo su cuerpo.
— He... Aguas...
Aunque no se veía claramente, el anterior Señor del Viento reconocería esa figura alta y esbelta en cualquier sitio, más si estaba enfundada en las túnicas negras que tan bien conocía.
"Debe ser un sueño, He Xuan no vendría hasta acá para matarme... Él juró que no nos volveríamos a ver jamás... Pero, ¿DÓNDE ESTÁ XUAN?"
Shi Qing Xuan comenzó a entrar en pánico, pues no veía a aquel joven que había conocido apenas hace unas horas. Sus intentos por levantarse fueron infructuosos, pues los nervios volvían a sus piernas como ligas sin ningún tipo de fuerza.
— ¡XUAN! ¡XUAN! ¿QUÉ LE HICISTE? ¡ERA SOLO UN NI...!
El Rey Fantasma llegó en un santiamén al lado del mortal que le gritaba, cubrió sus labios con su diestra mientras que su otra mano lo inmovilizaba sosteniéndolo por la cintura.
— Cállate o te arranco la lengua... ¿Acaso quieres despertar a todos para que le hagan compañía a tu hermano en mi altar?
Ante esas palabras, el sudor frío impregnó la piel de Shi Qing Xuan, sabía que la amenaza no era vacía y que el Fantasma Negro tenía muy poca paciencia. Así que el anterior dios elemental suspiró pesadamente para obligarse a encontrar la calma, sus pensamientos fueron hacia su pasado feliz con Shi Wudu, con Xie Lian y en la Capital Celestial... En ese momento se repitió lo que inundaba su cabeza a diario, que su vida había sido buena sin merecerlo, por lo que lo menos que podía entregarle a He Xuan era su vida como pago, aunque los nervios lo hicieron balbucear sobre la piel pálida de la palma del fantasma.
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He Xuan X Shi Qing Xuan. El destino que compartimos
FanfictionHe Xuan había consumado su venganza, había tomado la vida de Shi Wudu y dejó en la ruina a Shi Qing Xuan... Sin embargo, una pregunta rondaba en su cabeza lastimeramente: ¿por qué no podía dejar de pensar en aquella cálida sonrisa y los ojos claros...