Capítulo 25... Las ilusiones son fantasías rotas

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He Xuan cerró los ojos ante ese abrazo tan persistente en su cuerpo, no entendía por qué Shi Qing Xuan entregaría sus cenizas tan fácilmente mientras la que decía ser su prometida en el pasado se burlaba de su inestabilidad para permanecer en este mundo.

"Claro, ese cabeza hueca me preguntó si eran mis cenizas y le dije que no... Si supiera la verdad, ¿me seguiría entregando tan fácil a Shi Wudu? Es mi maldita culpa, no la de él..."

— No te preocupes A-Xuan, el joven Shi Wudu ha estado encerrado aquí conmigo, así que las recolectará para mí, porque sabe que su hermano no las merece — la mujer depositó un beso en el cuello blanco del fantasma — cuando las tengamos aquí, podremos intercambiarlas en la boda que no nos dejaron tener.

— ¿Quién decide que Shi Qing Xuan no merece mi entrega total?

La voz fría de Aguas Negras sorprendió a la chica que lo abrazaba mientras que la mirada dorada permanecía fija en las dos figuras a unos metros de él.

— No me digas que... A-Xuan, cuando te comprometiste conmigo dijiste que no amarías a nadie más. Si eres un Supremo ahora es lógico que tus cenizas sean mías... — el tono lastimero de la voz femenina no llegó a tocar el corazón inerte de He Xuan.

— Suéltame, quiero verlo.

Con un movimiento se zafó del agarre que lo sostenía y dio zancadas amplias llamando al antiguo Señor del Viento para que volteara a verlo.

Conforme Aguas Negras se aproximaba a esa escena frente a él, se daba cuenta que el castaño estaba forcejeando con la figura de su hermano, él no quería entregar el brazalete, lo estaba intentando proteger.

— Maldita sea... ¡Cabeza hueca! ¿Estás bien?

La voz preocupada de He Xuan llegó a los oídos del nombrado quien giró su cabeza para encontrar a la persona que más amaba.

— ¡He Xion! ¡Aquí! — los ojos celestes lo miraban esperanzado — ¡Ayúdame! ¡Me quieren quitar tu tesoro, pero nunca lo entregaré!

Una pizca de alegría se notó en la expresión del fantasma al escuchar esas palabras, por lo que aceleró el paso. Cuando estuvo a punto de alcanzar al castaño sonó una risa estruendosa de una mujer que los obligó a taparse los oídos y cerrar los ojos mientras la bruma los envolvía.

Xie Lian estaba esquivando cada ataque de E-Ming sin dificultades, algo que le parecía extraño, porque Hua Cheng era temible en batalla; al menos una vez hubiera conectado con su cuerpo, pero no era lo que sucedía, se sentía bailando cada vez más cerca del Supremo con su doble en los brazos.

No podía pronunciar palabra, porque si bien no estaba siendo una ofensiva mortal, tenía que estar pendiente de cada movimiento de la cimitarra que adoraba tanto.

— ¿No crees que jugar con las emociones de los demás es de muy mal gusto bastardo?

Hua Cheng seguía escupiendo palabras despectivas contra la falsa Calamidad frente a él.

— San...

Nuevamente el dios marcial se vio acorralado por E-Ming hasta que sintió que tropezó con algo y cayó hacia el frente cerrando los ojos.

Para su sorpresa, unos brazos cubiertos con telas rojas lo habían sostenido, mientras que el filo de la cimitarra cortaba en dos al intruso haciendo desaparecer la ilusión.

— Gege, ¿estás bien?

Los dedos fríos del fantasma acariciaron el rostro del dios acomodando los mechones que se soltaron en esa batalla extraña.

— Si, San Lang. Pero... ¿qué ocurrió? ¡Pensé que realmente no me reconocías!

Los ojos miel se veían intranquilos, pero al estar entre esos brazos, estaban calmándose lentamente.

He Xuan X Shi Qing Xuan. El destino que compartimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora