Capítulo 32... El acuerdo entre Calamidades

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La fragancia de las flores despertó a Shi Qing Xuan, sus ojos claros observaban cada una de ellas con alegría y acariciaba sus pétalos con sumo cuidado. Los jardines de la familia Shi eran reconocidos por todo el reino, así que, para un niño como él, era la fascinación absoluta.

Sus padres lo llamaron suavemente, pero el que captó más su atención con los brazos extendidos fue Shi Wudu, su amado hermano mayor que lo cuidaba más que a su propia vida. Así fue como Shi Qing Xuan corrió para encontrar ese abrazo, pero lo único que obtuvo a cambio del calor familiar fue la oscura voz del Reverendo de las Palabras Vacías.

"Tus padres morirán, tu hermano morirá, todos a los que quieres fallecerán".

El Señor del Viento apretó sus manos a la altura de sus oídos intentando no escucharlo, pero la risa macabra le calaba los huesos tal como si fuera el más inhóspito invierno y sus ojos se llenaban de lágrimas cuando la escena de Shi Wudu decapitado se mostraba en su mente. Sentía el temor carcomiendo sus entrañas, sus gritos no se escuchaban por más que sus labios se abrían con profundo terror, hasta que volvió a escuchar una voz fría y cruel.

"Sigue soñando."

Los ojos azules de Shi Qing Xuan se abrieron mientras sentía un peso enorme en el pecho, sus lágrimas se desbordaban humedeciendo su rostro y solo quería escapar de aquel mundo cruel que pronto recordó era su realidad y no solo la ilusión de los sueños. Se quedó inmóvil en la cama, alzando uno de sus brazos hacia el techo oscuro, como si fuera una petición silenciosa de que su hermano mayor regresara, ese que siempre había estado para él.

Aun cuando Shi Qing Xuan tuvo que negar su existencia convirtiéndose en mujer desde muy pequeño, Shi Wudu siempre estuvo cuidándolo y resguardándolo de aquel demonio que deseaba devorarlo completamente. Aun cuando era imposible que ambos ascendieran, Shi Wudu hizo cualquier cosa por lograrlo, no le importó orquestar el cambio de destinos para protegerlo en la Capital Celestial, aunque el menor de ambos solo hubiera bebido hasta que sucedió aquello, haciéndole la vida más sencilla que la de cualquier oficial.

Las lágrimas nuevamente salieron por los ojos de un Señor del Viento arrepentido de todo lo que había pasado, recordó los últimos momentos en los que su hermano se mostró altivo aun cuando estuvo al filo de la muerte y recordó la espalda que lo había abandonado en el mundo mortal sin ninguna mirada compasiva.

Solo hasta que se sintió profundamente perturbado, decidió que su atención debía desviarse y lo hizo hacia esa habitación, se sintió perdido pues no recordaba cómo había llegado ahí ni mucho menos la reconocía como suya. Pero lo que más lo alteró fue ver una figura sentada en el sillón frente a la cama completamente en silencio, algo que lo hizo saltar hasta convertirse en un ovillo entre las sábanas, sintiendo que sus latidos se desbocaban al sentir el peligro que esa persona emanaba.

— ¿Q-Quién está ahí?

— ¿Cómo te sientes?

— ¡Muéstrate!

Shi Qing Xuan sabía que debía defenderse, por lo que buscó su abanico, pero no lo encontró entre sus ropas, algo que solo agudizó su terror, su visión siguió una posible vía de escape, por lo que bajó de la cama a trompicones, pero aquella sombra imponente lo detuvo por la cintura, desvaneciendo cualquier oportunidad del dios de ser libre.

Solo hasta que estuvieron a una distancia tan pequeña, el castaño fue capaz de ver que se trataba de Aguas Negras, por lo que comenzó a patear y golpear el cuerpo del Supremo con la desesperación impresa en la mirada.

— ¡Déjame ir! ¿Qué es lo que quieres? ¡Mataste a Ge! ¡Me abandonaste! ¿Qué más deseas?

Los ojos dorados lo miraban en la oscuridad, no los podía ver del todo, pero Shi Qing Xuan sentía que eran dos dagas frías que no le daban tregua a su inestable mente. No podía creer que lo hubieran mandado a trabajar con el asesino de su hermano mayor y tampoco podían confiar en la forma tranquila en que lo había tratado, después de todo era He Xuan, ¡no podía ser bueno! La lucha infructuosa de Shi Qing Xuan seguía con cada parte de su cuerpo que podía defenderse, pero Aguas Negras solo levantó su mano libre para llevar un par de dedos hacia su sien e informó en silencio a Hua Cheng el estado del menor para que enviara a los otros dioses que podían calmarlo por el momento.

He Xuan X Shi Qing Xuan. El destino que compartimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora