Capítulo 21... Una visita nada placentera

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Shi Qing Xuan escuchaba la voz de su amigo el Príncipe Heredero, pero no quería abrir los ojos, realmente sentía pesado el tobillo izquierdo donde colgaba ese brazalete de oro negro que le había dado He Xuan.

"¿Por qué me daría algo tan importante si obviamente no soy nada para él? Solo está jugando conmigo, no podría tener su existencia entre mis manos... He Xion... Si esto fuera cierto, sería tan feliz, pero ya tuve demasiada suerte en mi vida a costa de la tuya..."

— Señor del Viento, Qing Xuan, ¡despierta!

Xie Lian levantó al castaño entre sus brazos y salió con él de la bañera. Lo colocó con suavidad en una silla de bambú que utilizaban para acomodar la ropa seca y se colocó su túnica interior y le puso una sobrepuesta a su amigo.

Salió de la habitación dirigiéndose al salón donde estaban los Supremos mirándose con desagrado totalmente en silencio, se aclaró la garganta para llamar su atención e intentó tranquilizarse.

— San Lang, Qing Xuan se desmayó, quizás... Fue mucha agua caliente...

Los ojos claros del príncipe miraban a todos lados nervioso, no sabía mentir.

— Gege, ¿cómo va a desmayarse esa basura si no tienen mucho que entraron al baño?

El ojo carmesí se enarcó con una ceja oscura que demostraba incredulidad.

— Pues... No sé qué le pasó, ¿podríamos prepararle alguna habitación? Sé que Yin Yu nos puede ayudar con eso.

— ¿Tenemos que hacernos cargo de ese bulto inconsciente?

Hua Cheng resopló de mala gana, parece que nuevamente no estaría tranquilo con Xie Lian.

— ¡San Lang! ¡Míralo! ¡Ni siquiera se puede poner de pie!

El dios marcial a veces enloquecía por el comportamiento frío que tenía su esposo con los oficiales que eran sus amigos, esta vez sería firme, sabía el impacto que recibió el antiguo Señor del Viento con ese brazalete.

— Esta bien, Alteza, usted gana, lo dejaremos quedarse, pero con una condición.

La sonrisa malvada del Supremo carmesí le helaba la sangre al príncipe, sabía que el fantasma sólo sonreía así cuando iba a hacer alguna de sus travesuras.

— No vayas a decir que se quedará en la intemperie o cosas así, en verdad necesita atención.

— La condición es que He Xuan sea quien lo cuide, si no se queda en la misma habitación que él, sacaré a patadas al Señor del Viento y le multiplicaré la deuda 100 veces a la sardina inútil.

Hua Cheng se encogió de hombros al decir esto, plenamente consciente de los ojos dorados que lo miraban con desprecio.

— Aumenta la deuda como quieras, maldito tuerto, yo me largo.

Aguas Negras se levantó de su asiento para irse, pero una vez que apoyó los pies firmemente en el piso sintió cómo le arrojaban un bulto cálido y voluminoso, apenas cubierto con una túnica interior que dejaba mucha de su piel expuesta.

— Tú trajiste a la basura inútil, tú te haces cargo de ella.

El ojo carmesí no daba tiempo de réplicas, Hua Cheng tomó la mano de Xie Lian y lo jaló fuera de ahí para ir a descansar a su habitación.

— Pídele a Yin Yu que te diga dónde deben dormir, mañana temprano iremos a Tonglu, saco de mierda de pez.

He Xuan miró cómo la pareja se iba dejándolo ahí con el cuerpo de Shi Qing Xuan entre sus brazos, suspiró con pesadez y levantó al castaño cargándolo. Cuando se giró, notó que ya estaba el ayudante de Hua Cheng ahí, tan silencioso como siempre y le pidió que lo acompañara.

He Xuan X Shi Qing Xuan. El destino que compartimosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora