Xie Lian se despertó temprano esa mañana, el sol golpeaba directo su rostro pues se había colado por la única ventana que tenía la habitación de Hua Cheng en la Mansión Paraíso, pero eso realmente no rompió su sueño, sino fue la falta del cuerpo hermoso y frío de su esposo al lado, abrazándolo y llenando su rostro de besos hasta llegar a la intimidad que siempre hacía que perdiera la cabeza y el aliento con gemidos y sensaciones que solo Hua Cheng podía brindarle.
Si, desde que Lluvia Carmesí volvió para ser el terror de los Cielos nuevamente, haciendo que la campana ruidosa de la ciudad donde vivían los oficiales sonara incesantemente, el príncipe heredero había despertado una lascivia que no esperaba sentir nunca y que seguro haría que su Guoshi se reventara la cabeza si conocía sus pensamientos.
"San Lang, ¿dónde estás? Hoy es un día especial..."
Claramente el Supremo no sabía eso, nunca lo había comentado con nadie desde su primera ascensión, así que, aunque Hua Cheng conociera todo de él, era imposible que supiera la fecha de su cumpleaños.
El dios se levantó lentamente de la cama, aunque intentaba dejarlo pasar, la realidad era que le dolía mucho esa mañana amarga, no tenía nada de hambre a pesar de que le dejaron fruta fresca al lado de la cama y mejor se dirigió al baño.
Mientras se desnudaba para entrar al agua, observaba cada centímetro de su piel, las marcas rojas de los dientes del fantasma estaban brillantes aún, las imágenes se agolpaban en su mente, cómo era tomado con fuerza, sentirse explotar por las estocadas que le daba, recordar los jadeos de Hua Cheng mientras devoraba sus tetillas... Xie Lian sentía de nuevo el cosquilleo en su abdomen, no podía negar el gran deseo que sentía por ese hombre de cabello azabache y mirada carmesí peligrosa.
Hace poco, su esposo le había mostrado cómo podía aliviar él solo la excitación de su miembro, pero nunca lo había tenido que usar porque las manos expertas de su San Lang o su boca húmeda y traviesa atendían su erección por bastante tiempo hasta hacerlo correr una y otra vez. Pero ahora, el fantasma había desaparecido y el príncipe sentía que iba a explotar si contenía su placer.
El agua caliente le llegaba hasta la mitad de los pectorales, algo que era bueno para que su vergüenza no le impidiera dirigir su mano hacia la dureza de su pene que había despertado por el recuerdo de la forma en que el Supremo le enterraba el suyo hasta lo más profundo de sus entrañas y comenzó a masturbarse de arriba hacia abajo lentamente. Cerró sus ojos color miel y se acomodó echando la cabeza hacia atrás gimiendo por lo bajo.
— San Lang... San Lang... Más... Más... Quiero correrme miles de veces por ti...
Xie Lian se mordió el labio inferior con fuerza, decir estas cosas no eran parte de él antes, pero desde que mantenía relaciones con Xueyu Tanhua, siempre lo llevaba a decir cosas desvergonzadas mientras lo torturaba hasta que llegaban al éxtasis los dos.
Su mano derecha apretaba toda la dureza de su tallo, cada vez aceleraba más el ritmo y en su mente sólo pensaba en esos labios que lo torturaban, en el cabello negro que le hacía cosquillas en cada estocada, en esos músculos firmes que se estampaban contra su cuerpo en sonidos lascivos y ese ojo... Ese ojo que siempre lo miraba con una adoración más allá de lo posible.
La imagen de Hua Cheng para él siempre era un afrodisíaco, ese hombre era perfecto, todos los que lo miraban quedaban atontados por su belleza y porte, pero él sólo tenía ojos para su único dios. Eso lo elevaba, le hacía sentir el ser más único de la tierra y amaba con todo su corazón al señor de Ciudad Fantasma.
Estaba a punto de correrse, podía sentir esa presión que siempre le indicaba que el semen sería expulsado con fuerza, estaba ansioso, porque aún a punto del orgasmo no era suficiente.
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He Xuan X Shi Qing Xuan. El destino que compartimos
FanfictionHe Xuan había consumado su venganza, había tomado la vida de Shi Wudu y dejó en la ruina a Shi Qing Xuan... Sin embargo, una pregunta rondaba en su cabeza lastimeramente: ¿por qué no podía dejar de pensar en aquella cálida sonrisa y los ojos claros...