Extra Navideño

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Tiempo antes de comenzar la venganza...

Leah

Termino de colocarle el lindo vestido a Emma, es de color rojo, elegante y con un moño grande en la parte de atrás, acompañado de unas balerinas del mismo tono, ambas estábamos combinadas, vestirnos similar era algo que adoraba sin duda.

- Eres una hermosura ¿te lo había dicho? Eres la bebé más preciosa de todo el mundo.

Ella se ríe aplaudiendo, tomo sus manitas haciéndola caminar y bajamos hasta donde se encuentra el gran árbol.

- Mami ¿Santa?

Alzo la vista a lo que mira y veo la hoja en la pequeña mesa que tiene algunos dibujos de Santa Claus que yo dibujé para que pida sus regalos en ella.

- Si, cariño ¿Ya sabes que quieres? Una muñeca....un dinosaurio....un perrito, tú dime lo que quieras.

La tomo en mis brazos dejando que piense.

- Papá.

La miro con los ojos abiertos y me tenso por completo.

- ¿Qué?

Me mira y señala hacia un punto.

- Papá...

Volteo y veo a mi padre en el umbral de la puerta. Suspiro.

- Un Papá, mami....

Mi corazón se paraliza y bajo la vista parpadeando un par de veces intentando ahuyentar las lágrimas de mis ojos, intento cambiar mi rostro a una sonrisa.

- Tu no quieres un papi, Em, son muuy aburridos. Las mamis son geniales, te dan lechita, te dan juguetes y galletas en forma de dinosaurio.

Me mira y sonríe, había incluido todo lo que a ella le gustaba solo para que dejara de decir que quería un papi, es obvio que Emma es una niña inteligente, apenas es una bebé de dos años pero entiende todo lo que sucede alrededor, más adelante me gustaría hacerle un examen para chequear su IQ.

¿Cómo es posible que una niña de apenas dos años pidiera un padre o fuera tan intuitiva como para saber que estaba intentando cambiarle de tema?

- Mi mami- se acerca y me abraza con torpeza- Te amu.

El pecho se me llena de una calidez que no había experimentado hasta que vi a Emma por primera vez, recuerdo tenerla en mis brazos siendo tan pequeñita, su llanto tan desconsolado al no sentir mi calor. Emma era un ancla en mi vida, un ancla que me mantenía en pie siempre y que me alejaba de la oscuridad. Ella era tan frágil cuando nació, tan vulnerable que no podía separarme un segundo de ella, Emma es tan diferente a Christopher y a mí, ella es una niña tan dulce, tierna y que no es capaz de matar ni una mosca, me aseguraría de mantener aquella dulzura por toda su vida.

Era inevitable que no pensase en su padre, Christopher White había calado muy dentro de mi corazón y lamentablemente aún seguía afectandome, a pesar de que estaba constantemente tratando de odiarlo me era imposible hacerlo cada que miraba a mi princesa, esa cosita también vino de él y al igual que ahora, sé que ella preguntará por él en algún momento y yo no tendría el corazón para decirle que su padre era un mentiroso y traidor.

Me gustaría poder tener la seguridad para ir y decirle en la cara que tiene una hija pero eso no sería coherente de mi parte, no sabia la repercusión que tendría sobre él y qué era capaz de hacerle a mi bebé si él hizo lo que quiso conmigo.

Mis pensamientos se dispersaron al momento en que mi hija soltó un estridente chillido y comenzó a moverse como gusano para que la soltase.

- ¡Tatá!- gritó tan fuerte que casi me deja sorda.

El Abismo de Nuestras Verdades [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora