Capítulo 17: Mantener la calma

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Leah

Desde aquella llamada mi cabeza no ha dejado de maquinar ni por un segundo, he estado tan paranoica que hasta consideré la idea de mudarnos nuevamente pero deseché la idea enseguida cuando recordé lo duro que fue mudarnos la primera vez, además, era la casa en donde Emma permaneció sus primeros años de vida y odiaría que se criara en otro lugar que no sea aquí.

- Mami, mira.

Me enseña un "dibujo" aunque en realidad eran puros garabatos de muchos colores.

- Que lindo, mi amor, me encanta- beso su mejilla tomando el dibujo.

Me levanto y lo coloco en la nevera como todos los que ha hecho hasta ahora, tendré que comprar otra para colocar los que haga próximamente.

Salgo de mis pensamientos al oír un fuerte golpe y el estridente llanto de Emma, corro como alma que lleva el diablo y la encuentro en el suelo con mucha sangre brotando de su piernita.

Me pongo pálida y corro a revisarla antes de llamar al doctor y amenazarlo para que venga ahora mismo, mi hija es la prioridad siempre.

- Tranquila, mi amor, mami te cuida...

Las lágrimas se me derraman con desesperación al no poder calmar su llanto, el portero hace pasar al médico y pronto está revisandola.

- Solo fue un golpe duro, la inflamación bajara pronto y el corte sanara con esta crema.

Me tiende una cajita, observo su rodilla vendada con culpa, si tan solo no me hubiera distraído. Mi princesa mantiene un puchero en sus labios y sus ojos rojos del llanto.

Al parecer se corto con el borde de la pequeña mesa de vidrio de la sala, tendré que tirarla a la basura y comprar una de madera sin puntas.

- Lo siento, Em, mamá es una tonta.

La tomo en mis brazos, acurrucandola, poco a poco se va quedando dormida.

El doctor se marcha y todo en la mansión se queda en silencio luego de dejar a Emma en su cuna. Mis ojos se encharcan y comienzo a llorar con las manos sobre mi rostro.

Soy una pésima madre...

Recuerdo sus ojitos llenos de dolor y la sangre escurriendo de su pierna.

¿Cómo no pensé que esa mesa podría dañarla?

- ¿Por qué lloras?

La voz de mi padre se hace presente y siento sus brazos rodearme.

Su pregunta me hizo pensar en que no sólo lloraba por sentirme una pésima madre, lloraba por miedo a lo que se vendría; estaba casi al cien por ciento segura de que Christopher había escuchado a nuestra hija. Era algo a lo que me tendría que afrontar tarde o temprano pero no esperaba tener que hacerlo tan pronto, la sola idea de que intente quitármela me atemoriza.

- Christopher sabe que estoy viva- le confieso.

Abre los ojos con evidente sorpresa, los únicos que sabían de eso eran Dylan y Eros.

- ¿Qué...? ¿Cómo...?

Suspiré.

- Supongo que jugué mucho con fuego y terminé quemandome.

Se queda en silencio en la espera de ni explicación.

- Fui al Caribe y conocí a un empresario, se había ofrecido a traerme en su Jet y acepté, fui descuidada; me dijo que un socio de él iba a venir con nosotros...- suspiro- Nunca pensé que su famoso socio era Christopher.

Papá me mira preocupado.

- ¿Te hizo algo? ¿Intento llevarte con el bastardo de Gian?

Niego con los ojos cristalizados.

El Abismo de Nuestras Verdades [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora