Capítulo 19: Padre e hija

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Leah

Abro los ojos desperezandome, me estiro soltando un bostezo y veo la hora en mi reloj.

¡Es tardísimo!

Siento que el corazón me late con fuerza y me levanto colocandome solo la bata, voy al cuarto de mi bebé y no la encuentro.

Los ojos se me llenan de lágrimas y corro bajando las escaleras cuando la risa de Emma me para abruptamente.

Veo la escena frente a mis ojos con sorpresa y ternura.

- Sabes, eres muy parecida a tu mamá, eres nuestra bebé hermosa- escucho como le habla y Emma sonríe.

Se me enternece el corazón al ver como alza sus manitas para que Christopher la cargue, él está instalado en la cocina haciendo no sé qué. Se voltea y me mira con una sonrisa cuando me nota.

- Buenos días- se acerca pero se detiene antes de llegar a mí y se remueve incómodo sin saber que hacer.


- Hice el desayuno, Emma despertó algo temprano.

Estaba tan cansada que ni escuché el llanto de mi bebé, me acerco a ella y la tomó en brazos dándole los buenos días con besitos, aún sigo confundida con la actitud de Chris.

¿Este es el Christopher de hace años?

- Siéntate, te serviré- le hago caso e intento dejar a Emma en la silla de bebés.

Emma hace un puchero e intenta abrir mi bata para tomar leche, intento negarme pero pone los ojitos del gato con botas y me es imposible no dejar que tome su leche.

- ¿Aún no lo deja?- su pregunta me hace voltear hacia él.

- No, quise darle el mayor tiempo posible para que estuviera fuerte, comenzaré a quitárselo de a poco.

Asiente y deja el café en la mesa tal y como me gusta, hay frutas picadas para Emma, tostadas con mermelada y otras con aguacate y huevo.

Hace tiempo que nadie me atiende.

- Gracias- le digo para no parecer descortés.

Tomo un sorbo del café mientras veo como se sienta.

- ¿Puede comer fruta así o debo procesarla?- pregunta mirando el tazón.

Emma suelta mi pezón repentinamente dejando mi pecho al descubierto, los ojos de Christopher se desvían momentáneamente y me cubro con rapidez carraspeando.

Nuestra bebé estira su mano hacia el tazón dándole la respuesta cuando muerde una uva.

- ¿Está rica, mi amor?- Le pregunta suavizando la voz.

Ella asiente con una sonrisa de oreja a oreja.

La tomo antes de que siga comiendo y la coloco en la silla que tanto odia, me hace un puchero y frunce el ceño.

- ¡No!- me chilla intentando escabullirse.

La miro con una ceja alzada.

- Si, tienes que comer en tu silla y no me grites que soy tu madre.

Se cruza de brazos y clava la mirada del gato con botas en su padre que la mira fijo, me mira a mí unos segundos en los que niego con el ceño fruncido.

Creo que me hará caso...

- ¿Quieres venir con papá?

Ruedo los ojos y bufo.

El Abismo de Nuestras Verdades [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora