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FELIZ SAN VALENTÍN

Sacude las manos una vez deja la bandeja en la mesa, por no decir que la arrojó ¿que no se supone que los guantes ayudan a que no se queme? Se los quita con brusquedad y corre al fregadero para mojarse con agua fría.

— ¿tenemos que agradecerle a Quackity? — susurra Fargan intentando no hacer notoria su presencia para su compañero de piso pero si para su novio.

— ¿Por que? No está ni aquí — el albino lo mira, sabe que si pudiera entrecerrar los ojos lo haría.

— Rubén no ha dicho ni una sola grosería.

— Pues eso es porque estoy feliz de hacerle galletas a mi futuro novio — Rubén los mira a ambos con los brazos sobre la cintura y el ceño fruncido — Fargan por favor, deja de intentar susurrar, cuando lo haces parece que gritas.

— Aún ni le ha dicho que le gusta y ya supone que aceptará ser su novio — dice David "susurrando".

Willy ahoga una risita y Rubius lo mira mal — ya lárguense a su cita y no arruinen la mía. Seguro está por llegar así que shu — Fargan levanta las manos en señal de rendición jalando a su novio para que salgan.

Cuando el castaño escucha que se cierra la puerta, suelta un suspiro y los nervios regresan a él. Toca las galletas para asegurarse de que están listas y luego apaga el horno. Cuando comienza a decorar se pregunta si todo esto valdrá la pena.

Quackity es el chico con el que tiene un crush desde hace mucho y un enamoramiento desde que comenzaron a quedar para ir a cualquier lado.

Puede que lo que en realidad pasa es que lo ha idealizado como lo hizo con Lolito, su ex pero eso es otra historia.

El punto es que queria decirle que le gustaba, que quería intentar tener lo que fuera con el si sentía lo mismo y que no necesariamente tenían que tener un nombre, y aunque existía la posibilidad del rechazo quería arriesgarse. Fue por eso que le pidió que se reunieran el día de hoy.

Guarda las galletas en una pequeña bolsa traslúcida con destellos rosas y lo amarra con un listón rojo. Las manos aún le duelen pero no le presta mucha atención. Sale de casa después de cambiarse de camiseta.

Cerca de su casa había un pequeño kiosco que para esta fecha adornaban con rosas y corazones y siempre había poca gente a esa hora, no había lugar más romántico que ese y con eso esperaba que se entendieran sus intenciones.

Cuando llega ve a Quackity ahí, se muerde los labios y esconde la bolsa detrás de él — ¡patito! — le llama para que voltee y lo abraza una vez lo hace.

— Hola Rub — tararea el azabache.

Los nervios regresan a él así que inicia una conversación más normal y común para lo que son sus conversaciones diarias, se dice que sea valiente y enfrente sus temores pero ese miedo al rechazo que intenta ocultar desde Vegetta sigue ahí.

— ¿que traes wey? Llevas con las manos en la espalda desde que llegaste — Rubén traga saliva, es ahora o nunca.

— te traje galletas caseras — le dice al dárselas y ve como se le iluminan los ojos lo que lo llena de satisfacción — yo las hice.

— Ay Rubius — alarga la "u" como de costumbre — no debiste pero por supuesto que no me voy a quejar — abre la bolsa y saca una galleta, la disfruta tan lentamente que se pierde en sus acciones.

— En realidad, quería hablar de algo contigo y las galletas eran un complemento.

— te escucho entonces — Rubén comienza poco después antes de que pueda arrepentirse, dándole paso libre a su verborrea.

— No sabía cómo decirte esto antes y este día me pareció una buena excusa para hacerlo de una vez por todas — relame sus labios – he tenido un gran gusto por ti desde que te conocí y al principio creí que te estaba idealizando por lo que me acerqué a ti para romper con eso que mi cabeza pensaba de ti pero resulta que no solo no se rompió mi ilusión si no que eres aún más perfecto de lo que me imaginaba lo que me lleva a esto, a decirte que me gustas — sus manos se mueven de un lado al otro sin parar y habla tan rápido que Quackity a penas y puede mantenerle el paso — me gustas al punto de que creo que comienzo a enamorarme de ti y... — hace una pausa y suspira, incapaz de mirarlo a los ojos. — no tienes que aceptar o corresponder pero de verdad me gustaría tener algo contigo más allá de la amistad.

Se queda callado cuando siente las manos del azabache posarse en sus mejillas, traga con fuerza y ya siente el sudor frío bajarle hasta las mejillas rojas.

Quackity lo mira con un brillo que no se cree capaz de descifrar, se pierde en sus ojos ónix y no puede evitar bajar la mirada hasta sus labios delgados pero carnosos.

Abre los ojos en grande cuando esos mismos labios se unen con los suyos en un beso suave, ¿es real o está en un sueño?

— También me gustas, Rubius.

Sweet liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora