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Despierta por la intensa luz en su rostro y el frío que se cuela hasta sus huesos aunque lo último es normal si consideramos que el invierno está en pleno apogeo.

Se mueve hasta dar con la cobija y la jala, la cabeza le duele por la fiesta de navidad a la que Lucy la obligó a ir por lo que solo piensa en seguir durmiendo, pero la cobija suelta un quejido y se da la vuelta lo que la hace abrir los ojos y sentarse en la cama.

Su sorpresa es enorme al notar que solo tiene ropa interior puesta y que no está en su habitación — aunque eso debió suponerlo desde que la luz del sol le dio en la cara porque sus cortinas son negras y siempre están cerradas — Esa habitación en cambio tiene cortinas translúcidas, las paredes son amarillas y las sábanas naranjas y blancas. Todo en diferentes tonos pastel.

Hay un gran desorden en la habitación pero si le prestas atención todo parece estar en un orden muy específico. En el armario abierto nota un uniforme blanco y rojo, el el uniforme de la capitana de porristas de su escuela.

Su rostro se sonroja al pensar que está en la habitación de Rubí, la chica con la que ha tenido un crush desde que inició el curso y la nombraron capitana.

En ropa interior.

Escucha un quejido desde el interior de la cobija y ve una cabellera rubia-oscura, despeinada. Rubí suelta un bostezo y estira los brazos.

Disfruta de todo un espectáculo cuando la chica abre los ojos y estos pasan de un color café a uno miel para terminar en verde. Inconscientemente busca cubrirse robándole la cobija a Rubí pero cuando la jala nota que no tiene sostén y las dos ahogan un grito.

Es un breve momento pero a demás de notar los múltiples lunares que tiene la chica, nota las pequeñas marcas que comienzan a tornarse moradas.

"¿Que pasó la noche anterior?" Es la pregunta que ronda la cabeza de las dos muchachas. Una vez terminan de cuestionarse las respuestas las invaden.

Ayer, Alexa había salido a fumar una vez se cansó de la música empalagosa del baile de invierno. Había estado bebiendo hasta que comenzó a sentirse mareada y se dio cuenta que Lucy había desaparecido, lo único en lo que pensaba era en volver a casa, pedir una pizza e irse a dormir así que le envío un par de mensajes a su amiga.

Pero sus planes se vieron interrumpidos cuando por el pasillo pasó la casi castaña gritándole a Samuel, el capitán del equipo de americano.

— ¡sabes que soy bisexual! ¿Por que me habría molestado que comenzara a gustarte un chico?

— No se trata de ti Rubí, se trata de mi y de que no quería aceptarlo — Dijo el chico exasperado.

Por la escuela solía escuchar el rumor de que ambos eran novios pero ella que desafortunadamente solía encontrarlos discutiendo de esa forma sabía que solo eran mejores amigos que le hacían creer al resto que ya tenían a alguien para no ser molestados, muy cliché si le preguntaban a ella.

— ¿y qué haremos entonces? ¿Dejamos de hablarnos y fingimos que terminamos para que puedas conquistarlo? — Rubí arrastraba las palabras y notó que había estado bebiendo cuando se recargó en una pared cercana a ella.

— No te enojes, habías dicho que tú también querías intentarlo con Alexa — La recién mencionada comenzó a toser fuertemente por la sorpresa, cerró el salón detrás de ella fingiendo que había salido de ahí y camino rumbo al gimnasio, donde era el baile.

— buenas noches chicos — dijo cuando pasó a su lado más no los miro, planeaba quedarse toda la vida con la duda de si Samuel se refería a ella o no.

¿De verdad podría gustarle a su crush? ¿Cómo podía ser eso posible? Era entendible que a le gustara Rubí pues era bonita, era la capitana de las porristas, era popular y era muy sociable.

¿Pero ella? Lo único por la que la reconocían a demás de su impuntualidad era porque la habían encontrado fumando más veces de las que realmente fumó.

Rubí se acercó a ella poco después, recuerda escucharla hablar cerca de su oído para que la escuchara bien pues la música estaba muy alta — se que escuchaste lo que dijo Samuel

— No tienes que explicarme – la había interrumpido.

— Pero quiero hacerlo.

Recuerda que le dijo que si, que hablaban de ella, que comenzó a gustarle hace unos meses cuando, sin haberlo notado, la había escuchado defenderla de un par de chismes sobre ella metiéndose con algún maestro, la había observado desde entonces y le gustó su forma de vestir, los gorros que siempre combinaban y las capas de su cabello azabache cayendo a los costados de su rostro, sus uñas negras, la forma en la que fumaba, su sonrisa y su risa que solo le brindaba a sus amigos más cercanos, le gustaban sus labios rosas y la forma en que suspiraba el humo y su manera de sostener los cigarrillos.

Recuerda a su corazón latir desbocado porque nunca antes nadie le había hablado con tanta adoración, como si fuera una obra de arte hecha por el mismísimo Van Gogh.

Bromearon sobre Rubí fantaseando con que ella le pasara el humo en medio de un beso y que bien podrían hacerlo en ese momento.

Lo poco que recuerda después está borroso pero sabe que Rubí la invito a su casa, que compartieron una copa de vino en el balcón de su habitación y que le pasó humo del cigarro que compartían cuando comenzaron a besarse, recuerda que todo subió de intensidad poco a poco, se recuerda acariciando la piel de sus clavículas y sus uñas rosas enredándose en su cabello.

Su rostro se colorea carmín cuando mira a Rubí frente a ella, recién despertada y con el lipstick cereza corrido hasta sus mejillas. Aún tiene un leve aroma de vino sobre ella.

— Yo... um — dice Rubí tosiendo levemente antes de reír dulce — no se que se hace en este tipo de situaciones.

Alexa sonrie — si te soy sincera yo tampoco pero me gustas y no quiero que esto quede en algo de una sola noche.

La casi castaña se sonrojó a más no poder lo que le causó gracia y ternura.

— ¿que te parece si nos cambiamos y vamos a desayunar? Algo así como una cita para conocernos aún más — propuso nerviosa, jugando con sus dedos

La chica asintió — Iré a bañarme primero, puedes elegir lo que quieras del armario.

Y así, aún sin creerlo, tuvo una cita.

Sweet liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora