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Detroit AU
Para Cande <3

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Hace mucho tiempo había quedado en silla de ruedas tras un trágico accidente en su automóvil donde a demás de perder la movilidad de sus piernas había perdido un ojo, a su amada esposa Nieves y a su pequeña hija Samantha.

Y creía que nunca podría recuperarse de ello, eso lo había marcado y aún ahora, después de algunos intentos de suicidio y mucha terapia, algunas veces se veía ahogado en sentimientos negativos.

Como el creerse merecedor de la soledad.

— Llévatelo Willy, no lo quiero — había dicho cuando su amigo llevo un androide a su casa, para hacerle compañía.

— Rub... Necesitas ayuda y el puede dártela, ha sido diseñado para eso.

— ¡No quiero ayuda! ¡No me hace falta nada! Willy, llévatelo — pero sin importar cuánto se negó, su mejor amigo le dejó al androide.

Al principio lo había abandonado en la entrada donde se quedó al no recibir ninguna orden pero con el pasar de los días la curiosidad lo invadió.

— ¿cuál es tu nombre?

— Mi antiguo dueño me nombró Quackity señor, pero usted puede cambiarlo si así lo desea — pero no lo cambio. No tenía la mínima intención de hacerse cercano al androide.

— Llévame a la cocina, quiero tomar agua.

Acostumbrarse a tener la compañía de Quackity fue difícil pues el androide solo seguía la ordenes que le daba y no hacía nada más.

— Oye Quackity, juega conmigo ajedrez

— ¿Qué pieza quiere que mueva, señor?

— Olvídalo, mejor dime ¿qué te gustaría comer?

— Yo no como señor pero puedo recomendarle algunas cosas saludables que están en mi base de datos.

Situaciones como esa se presentaban todos los días a todas horas, y era aburrido.

— Quackity, llévame a mi estudio, quiero mostrarte algo — el androide, como siempre, obedeció su orden rápidamente.

— Nunca había entrado aquí, ¿qué hace en esta habitación, señor?

— Hago magia y tienes suerte porque hoy me siento inspirado.

Rubén era hijo de los Gundersen, una familia aristocrática que había hecho su fortuna hace dos siglos gracias a que todos eran artistas, desde la danza hasta las pinturas, su familia había recorrido cada ámbito así que a pesar de no necesitar trabajar, él pintaba y subastaba su arte.

Y aunque odiaba el arte abstracto, fue lo primero que pinto para Quackity.

— ¿Qué te hace sentir? — le había preguntado una vez terminó.

— Yo no tengo sentimientos, señor.

— Pero no la has visto, dime que te parece mi obra.

Ese día no había logrado nada desde su punto de vista, lo que no notaba era que esa fue la primera vez que tomó un pincel desde su accidente.

Sweet liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora