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Llega al final de las escaleras con un suspiro, no puede entender como luego de un mes aún no hayan reparado el ascensor si este es un lugar tan bueno, camina hasta el final del pasillo y cuando está por llamar al timbre, entra una llamada.

— Hola osito, justo estoy en la entrada. Traje sopa de pollo, mi mamá me ayudó a hacerla, es la receta de tu mamá.

— Lo siento patito, te llamaba justo por eso. Pasó algo en el trabajo y tengo que ir a resolverlo antes de que todo implosione — frunce el ceño al escuchar su voz ronca y a él aún mormado.

— ¿Por qué vas al trabajo si sigues enfermo? Vuelve aquí Rubén, no puedes andar así por la calle.

— No me voy a tardar nada, te lo prometo. Solo tengo que meter un código que no puedo dar por teléfono — lo escucha estornudar. — puedes entrar, te prometo que no son más de 20 minutos.

— Que sepas que no estoy de acuerdo — vuelve a suspirar — ¿cuál es la contraseña?

— Umm, bueno es... — ríe nervioso — la fecha de cuando nos comprometimos — puede imaginarlo con las mejillas rojas pero no se puede quejar porque el está igual.

— Eres un tonto — niega con una sonrisa — voy a entrar ya, llevo mucho tiempo aquí de pie. Regresa con cuidado ¿está bien?

— Si, te veo en un rato — cuelga después de que ambos se manden un beso y pone la contraseña. Está por dar un par de pasos al frente cuando nota una sombra en el piso que lo hace detenerse.

Al principio se asusta pero cuando ve a Wilson salir de la cocina, entiende que la sombra posiblemente era Raspy.

Se pega a la pared después de cerrar la puerta, esperando pasar desapercibido para Wilson que suele ser algo... agresivo con él. Entra a la cocina casi corriendo y reza mentalmente porque el gato no lo siga. No porque no le gusten los gatos, de hecho los adora y su propio gato es la prueba de ello.

Es solo que él no le agrada a Wilson.

Recuerda que cuando lo conoció, Rubius y el pensaron que era porque tenía el aroma de un gato desconocido para Wilson impregnado en su ropa, pero luego de pasar varios días en esa misma casa y que el minino siguiera tratándolo mal, su teoría se vino abajo.

Si le preguntan a él, diría que tal vez el gato este celoso de su cercanía con su dueño pero para Rubius eso no es así.

Saca una olla y la pone en la estufa, luego saca de la bolsa el tuper que ha traído y lo pone a calentar a fuego bajo, cuando está por salir de la cocina  después de lavar el traste, se lleva el susto de su vida.

— Ey Wilson, ¿qué tal amigo? — dice con una risita. El gato brinca a la barra y camina hasta él, luego maúlla.

Traga saliva. Wilson vuelve a maullar, esta vez no viéndolo fijamente sino que mira hacia los muebles sobre el. Alex suspira más tranquilo sabiendo que es donde Rubius guarda su comida — ¿Tienes hambre? — abre el gabinete y saca una lata, el minino vuelve a maullar y se acerca aún más a él.

Parece estar a la expectativa, casi listo para cazar como si el fuera su presa. Se queda pasmado por un segundo cuando lo escucha ronronear cerca de su brazo. Es solo cuando Wilson lo muerde levemente que entiende que debe abrir la lata. — No le digas a tu padre que te di demasiado.

Wilson vuelve a ignorarlo una vez está comiendo así que el sale de la cocina en silencio, con su corazón latiendo rápidamente porque es muy extraño que la adoración de Rubius quiera estar cerca de él, ni siquiera si tiene mucha hambre.

Se sienta en la sala y enciende el televisor para distraerse mientas espera.

10 minutos después va a apagar la estufa y sin un rastro de Wilson más allá de la lata vacía, vuelve a su posición anterior.

Cuando Rubius llega 20 minutos después y no ve a Quackity, comienza a buscarlo. Entra a la cocina y prueba la sopa que su prometido ha traído para él.

Luego lo ve acostado en el sofá más largo de la sala con Wilson sobre el. Ambos dormidos. La imagen es para él igual que ver a un padre dormir con su hija recién nacida en el pecho.

Se acerca con cuidado y se sienta a su lado, primero da un beso en la cabeza del gato que no tarda en moverse y logra despertar a Quackity.

— Hola cariño — le saluda Quackity pero no se puede enderezar, cuando mira hacia abajo encuentra a Wilson sobre él, abre y cierra la boca un par de veces —  ¿Qué? — logra articular.

A Rubius le parece una reacción tan adorable que no puede evitar inclinarse para besarlo. Wilson salta del sillón cuando siente que lo aplastan. Quackity ríe antes de abrazar al más alto.

— Te dije que solo necesitaba tiempo, ahora Wilson te quiere.

— Yo creo que solo está agradecido porque lo dejé comer una lata entera de comida húmeda — Rubius se queja aún en su abrazo. Quackity se pone de pie. — Ahora acuéstate, se supone que vine a cuidar del enfermo.

Rubius solo puede observar como Alex le acomoda las almohadas, lo arropa con una sábana y va por su sopa.




EXTRA DEDICADO A LA PERSONITA QUE SIEMPRE COMENTA MIS ESCRITOS, TQM

Quackity estornuda una vez más lo que provoca que Wilson que está en sus piernas salga corriendo, al hacerlo, casi choca con Rubius que va entrando.

— ¿Cómo te sientes? — le pregunta mientras se acerca y deja la pequeña mesita sobre sus piernas, en ella hay un plato de sopa.

— Horrible, obviamente — Rubius sonríe por su tono — ¡no te rías, esto es tu culpa!

— ¡Tu correspondiste mis besos toda la noche!

— ¡A ti no te importó contagiarme! — lloriquea el chico, Rubius suspira.

— De verdad lo siento, pero ¿no lo compensa un poco que te esté cuidando? — toma una cucharada del plato y la lleva a la boca del otro. Quackity la recibe a regañadientes.

— Bésame de nuevo y habrá valido la pena – y la tarde se les va entre besos, comida y siestas con un gato naranja entre ellos

Sweet liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora