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— ¡Spreen eso es trampa! — le grita mientras el joven de ahora 17 se ríe a carcajadas — ¡Rubén mira lo que le enseñas a tu hijo! — le grita a su novio que está en la cocina preparando una limonada para ambos.

— ¿Yo que culpa tengo? — le grita el más alto cuando sale de la cocina — no soy yo quien se la pasa jugando videojuegos con él. — Le revuelve el cabello a su hijo cuando llega frente a ellos — felicidades mi osito, lo hiciste muy bien.

— Pa, ya estoy grande para ese apodo pelotudo — dice el chico con ligero fastidio.

— Ya no lo usare, osito — el chico gruñe por lo bajo y se sienta en medio de ambos, la televisión se apaga poco después ya que el joven está entretenido en su teléfono.

Si lo regresaran al momento en el que conoció a la cría del amor de su vida, nunca pensaría que tendría los momentos que ha vivido con él, su relación no era la mejor pero se llevaban muy bien, tanto que él joven fue el primero en saber que quería proponerle a su padre comprar la casa en la que ahora vivían o él en saber que el joven planeaba comenzar a vivir solo a penas cumplir la mayoría de edad.

— Me voy ya, foolish pasará por mi en cualquier momento — les informa el joven osezno rascándose la nuca, su padre lo mira con un deje de tristeza como cada vez que tiene que irse — pero vendré el jueves a penas salir de la escuela y cenaremos juntos con Roier como lo prometí ¿está bien?

Por lo poco que sabía, el azabache llevaba tiempo saliendo con alguien y ambos querían "formalizar" conociendo a los padres del otro. Los ve compartir un abrazo largo con una sonrisa.

— Está bien mi niño, ve con cuidado y llámame si estás muy incómodo, me inventaré cualquier cosa.

— Está bien pa — se dan un abrazo más corto y luego lo ven subir las escaleras en busca de su mochila — Quackity, ¿me acompañas? — Lo mira tan intensamente que no puede negarse.

— ¿Qué pasa? ¿Necesitas algo?

— No nada capo, solo quería saber cuando se lo preguntaras — rasca uno de sus dedos, aquel en el que se pone el anillo y eso lo hace frotarse la nariz.

— Si todo sale como espero, el viernes por la mañana o el jueves después de la cena. — el chico asiente y poco después llegan por él.

***

— Me agradó Roier — dice en voz alta a la pantalla de su celular, en la que se ve a su hijo que se encuentra en el auto que ambos le prestaron para que pudiera llevar a su novio a casa. — Parece un buen chico, les deseo todo lo mejor mi osito.

— Pa, eso suena a que me voy a casar mañana — Los dos sueltan una risita y Rubius continúa lavando los trastes.

Quackity entra a la cocina con las manos en los bolsillos y una sonrisa nerviosa.

— ¿tu qué opinas de Roier, patito?

— Pa, no me importa lo que el piense — el chico estaciona frente a la casa de Vegetta y rueda los ojos.

— Spreen — dice Rubén con el ceño fruncido.

— Está bien, no te enojes con él — se acerca a él y acaricia su brazo, ve al chico rascarse el mismo dedo que la última vez y entiende porque está molesto — ¿por que no lo dejas que entre a casa? Ya es tarde.

— Nos vemos la próxima semana — dice Rubius después de un suspiro — no entiendo que le pasa — dice al terminar — pensé que se llevaban bien.

— Es que sabe de algo que quiero decirte y he estado aplazando por mucho tiempo — dice en volumen bajo, Rubén lo mira con la curiosidad brillándole en los ojos.

— ¿Me has engañado acaso? — tararea a forma de broma — no me importa, mientras no planees dejarme.

— No seas tonto, no es eso — le da un golpecito en la frente y el otro carcajea.

— ¿Entonces que es?

Los nervios comienzan a carcomerlo, no cree que vaya a decirle que no pero muy en el fondo esta esa inseguridad, esa creencia de que una persona como él merece el mundo entero y el es sólo un mortal, de que no es suficiente.

— Es que... — aspira hondo y se separa levemente de él — Hay días que despierto y te miro a mi lado dormir tan a gusto, tan tranquilo — ve un sonrojo suave aparecer en las mejillas del otro y eso lo hace sonreír — y a veces no creo que sea real, entonces te abrazo y pienso que quiero despertar todos los días contigo a mi lado porque nunca había sido tan feliz como lo soy desde que estoy contigo. Los últimos dos años y medio que he vivido han sido lo mejor que me pudo pasar solo porque formas parte de mi día a día y ya no puedo imaginarme siguiendo si no estás a mi lado por eso — comienza a arrodillarse y saca el anillo que Spreen le ayudo a elegir hace algunos meses, lo ve cubrir su boca y sus ojos cristalizarse — y se que posiblemente sea difícil para ti por lo que has vivido antes pero me gustaría demostrarte que también mereces ser feliz, que mereces todo aquello que no obtuviste la primera vez por eso me gustaría preguntarte — carraspea cuando su voz tiembla — ¿te casarías conmigo?

Rubius no espera ni un segundo más, le llena toda la cara de besos mientras repite que si, que estaría encantado. Es eso lo que le cuenta al joven cuando los llama por la mañana.

— Felicidades pa — dice el muchacho — una lástima que no seré el niño de las flores.

— claro que no, serás quien me entregue en el altar. — el deja un beso en su frente y continúa con esa sonrisa boba que ha tenido desde el día anterior.

Sweet liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora