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Continuación del capítulo 54 y 55
Versión narrada de "sweet nothing" (no tiene relación con el fic del mismo nombre que subí a Twitter), inspirado en la canción del mismo nombre de Taylor Swift.

Despertar en una cama vacía comienza a volverse rutina, pero está bien, es una rutina a la que está acostumbrado, que debe obligarse a seguir porque no puede cruzar el pasillo y adentrarse a la habitación que se supone le pertenece tanto como al alfa que reside en la misma.

Suspira para no llorar.

Enciende la radio en su camino a la cocina antes de seguir jugueteando con sus dedos, pasándolos de un lugar a otro para contornear su nueva vida y grabarse que es real aunque no se sienta así, aunque esté muy por fuera de sus expectativas y siga sin ser la vida que soñaba, se dice que debe de ser agradecido, que el amor de su vida no murió y eso debería ser suficiente.

Pero ya no es su Rubén, son los pedazos que Luzu rompió y el unió con pegamento dorado para simular ser experto en el kintsugi aún cuando no lo es, aún cuando le duele ver al ser con el que comparte lo que debería poder llamar hogar por primera vez y solo ver un cascarón sin vida.

Entonces se odia a sí mismo pero odia más a Luzu.

Para Rubén en cambio, despertar en una cama vacía es lo único que conoce, lo único que se le ha permitido elegir en este mundo tan extraño en el que resulta un impostor en su propio cuerpo. Suspira cuando el aroma a comida llega a sus fosas nasales y su estómago gruñe. Todo el ambiente grita "hogar" pero él que no ha tenido nunca uno, que no recuerda lo que era pertenecer y sentirse seguro en un espacio, no sabe lo que es. ¿Qué se sentirá pertenecer? ¿Tener un lugar que llamar de esa forma?

Muy en el fondo lo sabe, esta es la vida que le pertenece, la que le arrebataron. Pero no puede aceptarla, ya no le corresponde.

Sin embargo cuando encuentra a Alex tarareando alguna canción que desconoce mientras cocina, sabe que él lo merece, él merece todo aquello que les han arrebatado porque lo recuerda por un breve momento, con una camisa holgada, más joven y en un lugar más pequeño, buscando en su refrigerador algo para comer, cuando voltea con una natilla, le da una mirada coqueta y una sonrisa que hace latir rápido a su corazón antes de acercarse y darle un beso.

Pero ahora, el Alex frente a él solo le da una sonrisa cansada y ojos cristalizados que fingen no haber llorado, le dice con voz suave que se siente, que el desayuno casi está listo.

— ¿Cómo está Themis? — Pregunta intentando entablar una charla con él.

— Muy ocupado, no creo que tenga tiempo para nosotros en al menos tres meses — suelta una risita que oculta su nostalgia porque sigue sin poder pasar tanto tiempo como desearía con su hijo.

— ¿Y Elisa? — frunce el ceño cuando lo ve tensarse.

— Ella está bien, en unos días será su coronación, ya sabes, la muerte de Luzu debe estar siendo un martirio en su vida.— Alex suspira mientras se acerca y pone un plato frente a él. — Desayuna por favor, yo lo he hecho antes. Iré a lavar un poco de ropa.

Rubén lo deja ir porque no sabe que decir para hacer que se quede, suelta un suspiro cuando se ha ido y entonces se permite analizar la casa en la que ahora vive.

Cuando Themis lo trajo aquí, le explicó que es una casa que él mismo compró en un pasado que ya no recuerda y que por más que intente no vuelve a su memoria; Es una casa destinada a proteger a su familia, una en la que el esperaba su hijo pudiera crecer sin preocupaciones, una a la que llevaría a Alex a penas pudiera sacarlo del palacio en el que vivía, una que cultivaría su amor día a día y lo vería engrandecerse aún más. Entonces se encuentra pensando en cómo habría sido, tal vez hubieran tenido otro hijo, o tal vez una niña porque el cabello negro de Alex habría quedado hermoso.

Tal vez en la sala no solo habría algunas fotos de él y Themis o de plantas, tal vez podría dormir en la misma cama que Alex sin la incomodidad que ahora siente no porque no lo ame, sino porque no recuerda.

Baja las escaleras lentamente, Alex está ahí junto a la secadora, limpiando sus lágrimas. Su corazón se parte.

— Rub, no tenías que venir, ya he terminado. — Alex se da la vuelta y comienza a sacar la ropa para doblarla.

— Vine a confirmar algo solamente — Alex lo mira de reojo y el continúa — nos conocimos en una fiesta, del tipo de fiestas en las que yo sería un bartender y coquetearía contigo porque te quedaste unos segundos más en la barra.

Alex voltea rápidamente y lo mira con los ojos demasiado abiertos — ¿lo recordaste?

El alfa duda algunos segundos pero finalmente pregunta aquello que ha estado rondando su mente e ignora la pregunta del omega — Alex... ¿me culpaste alguna vez?

— ¿De qué estás hablando? — Alex frunce el ceño

— De un momento a otro recordé muchas cosas, no las suficientes para saber quién fui pero... No logro entenderlas del todo. Uno de los recuerdos es más raro de lo normal porque no se que estoy haciendo exactamente pero tú lloras y me dices que te vas a casar, que huyamos porque no quieres hacerlo pero yo te digo que no, que no podría hacerte dejar atrás a tu familia y eso posiblemente sea el principio de lo que nos trajo a este momento, a que tengas que ocultar tus lágrimas porque el amor que te prometí se esfumó y que yo solo te recuerde como algo familiar, así que dime ¿me culpas? — su voz se rompe sin que lo noté y Alex ya está llorando a mares.

— No — responde el omega sin pensar, pues no hay necesidad de eso — nunca lo haría. Este momento es mi propia responsabilidad, así tú me hayas pedido dejarte atrás, fui yo quien lo hice, fui yo quien creó su propia prisión, fui yo quien fue infiel y se que debería arrepentirme de cada mala decisión que he tomado pero no puedo, aún ahora, lo único que quiero es pasar mis últimos días contigo, así mi condena sea que nunca me recuerdes.

Rubén no tarda mucho en abrazarlo y Alex en corresponder, ambos lloran con el comfort de que el otro está ahí. — No será una condena amor mío, me esforzaré día con día y aún si no puedo recuperar todos mis recuerdos, nos encargaremos de crear nuevos, tendremos todos esos momentos que anteriormente nos arrebataron, estaremos bien, estamos juntos.

Alex solloza entre sus brazos por un tiempo antes de que puedan calmarse. Está vez deciden comer juntos, ver juntos una película y cenar juntos.

Finalmente van a la recámara principal juntos, donde Rubén decide que Alex debe portar su marca, el omega acepta y días después, finalmente puede presumir de una marca rosa que forma un vínculo ahora correspondido. Ya no habrá abusos, ya no habrá traumas o miedo. Ahora hay ganas de vivir.

Esa noche, ambos duermen juntos y las pesadillas que estaban acostumbrados a tener, disminuyen.

Sin embargo, nunca será igual, hay secuelas que por más que intenten, nunca desaparecen. El sentimiento de nostalgia persiste aunque intenten ocultarlo. Los "te amo" antes dichos nunca vuelven.

Sweet liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora