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Día 3 de la rubckity week 2024: summer love

Está aburrido, lo sabe porque no es consciente del tiempo que lleva viendo fijamente su helado que a pesar de estar dentro de una heladería con calefacción no deja de derretirse por el sol tan intenso del verano.

— ¿Me estás poniendo atención? — pregunta Amidala.

— ¿para qué preguntar lo que es obvio? — responde con una sonrisa de oreja a oreja. Su mejor amiga bufa, casi arrepentida de haberlo invitado a salir ese día.

— Lo voy a repetir una última vez, por favor escúchame — dice exasperada; Rubén se pone recto y fija sus ojos en ella causando que vuelva a bufar. — Alexby dijo que traería a un amigo, tú vas conmigo para estar con ese amigo, tienes que distraerlo o alejarlo lo más que puedas para que yo pueda estar con Alexby ¿entendiste?

— Lo entendí las primeras diez veces, ahora me parece estúpido. No importa quién esté alrededor, si no llamas su atención con esto — señala a su busto — no llamarás su atención de ninguna forma.

Amidala se sonroja de la vergüenza y no tarda en darle un manotazo a su amigo.

— ¿Qué? ¿Vas a regañarme por decir la verdad? Yo las vi crecer, Ami, se lo que te digo.

— Voy a castrarte algún día Rubén doblas.

Se encoge de hombros — igual no quiero tener hijos, y todo mundo sabe que no soy el activo en mis relaciones.

— Yo no sé cómo Nieves pudo soportarte tanto tiempo — la ve presionar el puente de su nariz con una sonrisa burlona. — Solo te pido que no arruines esto ¿de acuerdo? El en verdad me gusta, Rub.

El teñido pasa un brazo por los hombros de su amiga — te prometo que me voy a comportar, confía en mi.

Amidala mira el cielo azul sobre sus cabezas una vez salen del establecimiento, ¿habrá sido buena idea escoger a Rubén entre todos sus amigos?

























— ¿Cuánto más tardarán en llegar? — menciona Rubén inquieto, llevan veinte minutos dando vueltas por el muelle y ya siente la humedad del mar frente a ellos colarse por su cuerpo, y la brisa por sus ojos causándole una leve irritación.

— En cinco minutos o menos, ya te lo había dicho — Ami rueda los ojos y abre su cartera — ve a comprarte unas putas gafas de sol y no me fastidies.

Rubén toma el billete que le ofrece su amiga a regañadientes y se acerca a la primer tienda de recuerdos que encuentra. En sus planes está comprar unos lentes negros pero eso no evita que se pruebe todos los que hay.

Al final es Ami quien les pide a los otros dos chicos que esperen a que llegue su amigo para que puedan ir a recorrer la playa y los puestos que hay en el camino hasta ella.

El reñido camina lentamente hasta donde dejó su amiga pero se detiene unos pasos antes de llegar a donde está, resulta que el acompañante de Alexby le resulta extrañamente familiar.

— Ahí está el rey, finalmente nos digna con su aparición — dice su amiga sarcástica.

— Lo siento, no encontraba unos lentes que me quedarán bien. — su mirada se pierde en el azabache de ojos azules que acompaña a Alexby, mismo que también lo mira.

Las presentaciones vienen cuando Ami los saca de su trance y los presenta formalmente. Entonces comienzan con el viaje.

Rubén se adelanta con Quackity, no tanto por indicación de su amiga, si no porque sigue sintiendo que lo conoce de algún lado y está interesado en descubrir de dónde.

Descubre por su charla que Quackity no vive ahí, que está de vacaciones por el verano y que Alexby es un primo lejano con el que suele convivir mucho.

Se detienen a comprar bebidas por el intenso calor, entonces ríen porque ambos han escogido la misma bebida aunque se separaron en la tienda.

— Aprendí que esta marca es la mejor para el té de durazno — menciona Quackity mientras abre su bebida.

— Eso es porque es dulce pero no empalagoso y no tiene gas o sabe a mango como muchos otros, no olvidemos lo refrescante que es, a demás el sabor viene de un verdadero durazno, no de endulzantes artificiales.

— ¡Exacto! ¿Cómo lo sabes?

— ¿Cómo no saberlo? Es la bebida que más amo

Ambos ríen divertidos pero la plática no sigue. Siguen visitando puestos y comprando dulces, Quackity también compra pulseras y algunos cuarzos porque resulta que tiene una pequeña obsesión con ellos.

Todas sus compras las guardan en la mochila del teñido porque el azabache no ha traído una, Rubén agradece entonces siempre cargar con ella aunque reciba las burlas de sus amigas.

Solo entonces notan que han perdido a sus respectivos acompañantes pero ninguno tiene prisa por ir a buscarlos así que dejan mensajes de texto y caminan hasta la playa. Los tenis de Quackity terminan en su mochila y su toalla en la arena. Rentan una sombrilla y disfrutan de la sombra que está produce mientras la brisa les golpea el rostro.

Con un poco más de confianza debido a las interacciones que han tenido a lo largo del día, Rubius se atreve a decirle a Quackity aquello que ha pensado todo el día. — ¿Nos hemos visto antes?

— ¿a qué te refieres?

— Bueno, he tenido esa sensación todo el día, es como si esta no fuera la primera vez que te veo.

Quackity se acomoda mientras lo ve directo a los ojos aunque estos estén cubiertos por sus lentes oscuros. Si fuera otra persona, podría tomar eso como una especie de intento mediocre de ligoteo pero durante todo el día, Rubius no ha sido más que amable con él, así que responde con sinceridad — ahora que lo mencionas, cuando dijiste lo del té de durazno, lo pensé, pero creí que era una extraña coincidencia.

— Tengo curiosidad en ese caso, ¿dónde pudimos habernos conocido si no fue aquí?, quiero decir, tú no vives cerca.

Mientras ambos piensan dónde pudieron conocerse, un pensamiento llega a su mente.

Hace cinco años, ambos asistieron a un campamento de verano. Rubius fue enviado en contra de su voluntad mientras que Alex llevaba dos años consecutivos asistiendo.

Se conocieron porque hicieron amigos en comun, sus cabañas eran vecinas y compartían la mesa durante las comidas.

Asistieron juntos a las caminatas obligatorias, jugaron en el pequeño lago, corrieron tras el otro... Puede que incluso se hayan besado en los retos del juego de girar la botella.

Y que no se reconocieran se debió principalmente a los cambios físicos que sufrieron ambos. Rubén siendo el de los más notorios, como el cambio de su voz, su altura, su cabello teñido y sus ojos cubiertos por los lentes debido a su sensibilidad al aire.

Ambos sonríen cuando notan de donde se conocen — sin duda es un reencuentro memorable — Alex ríe suevemente mientras Rubius niega.

— Al manos ahora si tengo un teléfono en el que apuntar tu número — ambos ríen una vez más y se prometen pasar el verano juntos, dejando que el plan del destino siga su curso.

Sweet liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora