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Día 1 de la rubckity week 2024: sueños

El calor inunda su pecho y se extiende a todo su cuerpo, el joven entre sus brazos ríe melodiosamente cuando la sabana que los cubre se cae por un costado de la cama.

En un principio se niega a soltarlo diciéndole que pueden estar así, no hace tanto frío para necesitarla pero el chico se remueve y va por ella, eso le permite apreciarlo mejor.

Tiene el cabello negro como el carbón que contrasta con su piel morena y la hace ver más clara, tiene los brazos delgados al igual que el torso que se amolda tan bien a su polera dos tallas más grande. Cuando vuelve a sus brazos puede apreciar sus ojos cafés y las constelaciones que forman los lunares en su rostro. Le da un beso más tierno que los anteriores.

Vuelven a abrazarse mientras se acurrucan en la cama, sus piernas se entrelazan y las palabras llenas de un amor que no alcanzan a profesar por completo se enredan en sus bocas.

Rubén está encantado, siente un deseo por la persona a su lado tan impenso como el amor que siente por ese azabache.

— Tienes que despertar ahora — le dice el joven mientras sus manos están en sus mejillas y las de él rodean su cintura.

Lo aprieta con fiereza, incapaz de soltarlo una vez más — ¿por qué he de hacerlo? Si estoy tan cómodo aquí.

El joven lo abraza suavemente, indicándole que está dispuesto a soltarlo. — Lo siento cariño, ya es tiempo.

El sentimiento de vacío se apodera de él en ese instante, es como un pequeño agujero negro que se forma en su estómago y se extiende más allá de su cuerpo, dejándolo varado en un universo en el que es el único habitante.

Despierta con esa sensación, igual que cada vez que tiene ese sueño, se levanta despacio y frota su rostro con frustración. En ese momento se pregunta ¿Cuando encontrará al chico con en el que sueña recurrentemente? O en todo caso ¿cuando dejará de aparecer en sus sueños? ¿Cuando podrá darle un nombre al causante de su desbordante cuestionamiento que le dice que está al borde de la locura?

















Después de pensar en ese chico hasta el desayuno, tuvo que irse a trabajar aunque eso no evitó que pensara en él durante ese tiempo.

Ha soñado con el desde que comenzó ese año, al principio era irreconocible e incluso olvidable pero conforme los días pasaron y sus sueños fueron haciéndose constantes, sus rasgos se volvieron más nítidos en su mente y aunque lo creía una completa locura, sus sentimientos por ese personaje que su cerebro había creado para suplir un vacío que hasta entonces no había notado, aparecieron.

Al principio soñaba con ellos entrelazando meñiques, conociéndose en lugares remotos o los más concurridos, midiendo sus manos como una pareja heterosexual normativa en su etapa de ligoteo, soñaba con ambos endulzando café o susurrando en la cocina, soñaba con ellos en el cine o en el auto, compartiendo besos o abrazos hasta que se convirtió en más.

Entonces no podía imaginar una vida con alguien más, entonces quería encontrarlo en la realidad y enamorarlo tal y como había sucedido entre los brazos de Morfeo.

Y si siguiera así, podría perderse entre los miles de "entonces", en el "hubiera" o el "haría", pero sigue siendo una persona racional que acepta con mucha dificultad que ese chico no es más que un producto de su imaginación y que no debe torturarse a sí mismo buscando algo irreal.

Suelta un largo suspiro mientras ve la fila frente a él en su cafetería de confianza. Hoy ha sido uno de esos días en que pensar en el mismo tema lo tiene tan harto de si mismo que lo único que quiere es poder ser cualquier otra persona en el planeta.

La campana de la puerta suena melódicamente, lo que indica que una nueva persona ha entrado al establecimiento, Rubén sin embargo, es ajeno a esto porque está más concentrado en recordar esa bebida que compró ahí mismo en uno de sus tantos sueños porque está seguro de que el sabor es increíblemente delicioso. Claro que no porque la bebida la haya comprado para él en su sueño, sino porque el chico que es protagonista del mismo lo mencionó al darle el primer sorbo.

Es por eso que no nota que el mismo chico está detrás de él, buscando en el cartel la misma bebida hasta que se fija en el hombre de enfrente.

Parpadea dos veces. Alex no goza de buena vista, de hecho, ha tenido que usar lentes desde hace dos años pero le es tan incómodo que prefiere no usarlos con pretextos tontos como "olvide donde los deje" o "salí corriendo" e incluso "se rompieron porque me senté sobre ellos". Aún así, sabe que conoce esa silueta porque en sus sueños ha delineado esa nuca más veces de las que recuerda, porque la forma de ese cabello es única. Porque se ve tan despeinado como el lo dejó antes de despertar esa mañana.

Inseguro sobre lo que debe o no hacer en ese momento, deja que la fila avance en completo silencio, cuestionándose si aquello es real o está soñando. Porque el mundo alterno que ha creado su cerebro para su propio disfrute suele ser tan real que de no ser por la presencia del hombre rubio frente a él, confundiría la realidad con la fantasía tal y como le pasa en ese momento.

Cuando la persona frente a él pide un frappe de matcha con té de jazmín, se convence de que realmente es él quien se cuela en sus sueños y en cada rincón de su vida, que es real y que lo tiene a unos pasos, buscando una mesa para sentarse. Después de todo ¿quién pediría la misma bebida que él solo porque la soñó?

Juan, el mesero a cargo de la caja registradora en ese momento, carraspea al ver al nuevo cliente embobado con su amigo.

— Un frappe de matcha con té de jazmín, por favor — dice Alex tan rápido que a penas y le entiende.

Cuando el azabache voltea para ver a donde se fue el chico de sus sueños, se encuentra con su mirada clavada en él. Supone entonces, que no fue el único que reconoció su voz, que él otro también pensó que era extraño que un completo desconocido pidiera una bebida poco común a menos que haya soñado con compartir sonrisas y besos con esa bebida en medio de la mesa y una pajilla compartida.

Y mientras sus mundos colapsan por saber que el otro es real, los dioses sonríen por haber trazado un camino casi recto para juntar a aquellas almas destinadas a amarse en esta y en mil vidas más.

Sweet liesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora