6

12 3 0
                                    

Recuerdo que ese día estuve ocultándome en mi caparazón todo el día.

–¿Qué te ocurre?

Preguntaste, molesto, cuándo llegaste a mi mesa en el almuerzo. Era la primera vez que hablábamos frente a mis amigas.

–Nada –respondí.

–No me mientas, Lu.

Una de mis amigas estaba apunto de decirte que te marcharas pero entonces me levanté del banquillo. Nos movimos por los pasillos, alejándonos del comedor, buscando un lugar a solas, dónde nadie nos interrumpiera.

Cuando finalmente llegamos al baño me dieron ganas de reír, siempre que hablábamos de verdad era ahí. Te miré, supiste de inmediato que algo estaba mal. Baje mis calcetas hasta los tobillos. Tus ojos se pusieron vidriosos. Me abrazaste. Me pediste perdón. Me prometiste no volver a dejarme caer.

LúanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora