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En Milán hubo tres hechos que marcaron el transcurso de nuestra historia.

La primera fue un miércoles de otoño que llamaste a Camille y le rogaste que te diera mi número, lo lograste. Me llamaste ese mismo día, y me pediste algo que, quizás sin la terapia a la que asistí por seis años, me hubiese destrozado, me pediste que le hiciese el vestido de quinceañera a tu hija, que ella era mi fan. Cómo te he contado, me era imposible decirte que no a ti y a cualquiera de las cosas que me pidieras.

La segunda fue el boom de los medios, nos habíamos reunido para planear el vestido de tu hija, varios paparazzis nos habían visto y de alguna forma habían descubierto que nos conocíamos de pequeños y que habíamos sido pareja en nuestra adolescencia. Fue todo un escándalo. Me acusaron de serle infiel a Mirko, de que yo era la causa de tu divorcio y de que era una <<rompe-hogares>>. A ti, lo más duro que te llegó fue un <<Lúan Vittani es inolvidable: ¡Su ex de hace 15 años no lo supera!>> Y creo que iba más dirigido a mí.

La tercera fue cuándo hablamos, cuándo hablamos sobre todo lo que había pasado. Pude perdonarte. Pude liberarme de esa culpa de que había sido mi error que te fueras. Pude volver a sonreír cada vez que escuchaba tu nombre. Pero no volví a ser la misma contigo, no hubo más nerviosismo, ni ganas de saberlo todo de ti, ni risas cómplices o miradas furtivas llenas de te quieros y tú no supiste verlo.

LúanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora