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Con el paso de los años uno se acostumbra a cosas que no debe acostumbrarse. Te acostumbras a la soledad, al sentirte solo, a la opresión en el pecho, a la sensación de que no eres nadie. Te acostumbras a sentir que no eres suficiente. Pero entonces llega una luz. Mi luz se llamaba Mirko, y la encontré caminando por los Campos Elíseos. Y fue todo lo que necesité para seguir.

LúanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora