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Finalmente un día lo hice; te deje caer. Le pedí a tu padre que nos llevase en su auto al cementerio. Al principio del viaje estabas emocionado, te dijimos que era una sorpresa, pero a medida que nos fuimos acercando toda la felicidad desapareció. Te obligue a bajar del auto, tire de tu mano para que caminases y le di una mirada a tu padre advirtiéndole que nos dejase hacer eso solos. Tus ojos se cristalizaron y tu respiración se fue irregularizando a medida que caminábamos entre las tumbas hasta llegar a la de tu madre. Te obligue a mirarla. Te obligue a romperte frente a su tumba. Y te dejé caer cuando quisiste mi abrazo y me negué.

LúanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora