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Creo que es momento de hablar de mi familia. Conocí a Mirko en los Campos Elíseos, como te he contado antes, al año de estar en París, en una noche tibia de primavera, di un traspié y él estaba ahí, preparado para sostenerme, como lo hizo por años. Era un inmigrante croata, y estudiaba ingeniería, íbamos a la misma universidad pero no coincidíamos en ninguna clase. Según él le guste desde el primer segundo, yo me demoré un poco más en hacerlo pero finalmente, luego de la muerte de mi abuelo, Mirko logró penetrar entre mis barreras y lograr que abriera mi caparazón. Un año después nos casamos, jamás me reprocho el que en las sesiones de terapia solo hablase de ti. Su amor fue una nube dulce y esponjosa en la que recostarme cuando todo iba mal. A los 7 meses de casados llego la sorpresa, como acostumbrabamos a llamarlo cuando aun no sabíamos su sexo, pero en realidad era lógico contando las cosas que hacíamos, Lech, mi primer hijo, luego llego Jule, mi segundo hijo, también una sorpresa, esta vez mas caótica porque me encontraba en medio de una gira internacional cuando me enteré, y tuve que cancelarla. La familia se agrandaría un poco más, pero aun no me parece prudente contarte esa parte de la historia.

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