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Tu abuela estaba a punto de conseguir la custodia de tu hermano y tuya. Yo no podía permitirlo. Me puse mi mejor vestido, uno celeste con dobleces blancos y unos zapatos de taconcito. Visité a mi abuelo. La persona que, a veces, llegaba a amar más que a mis propios padres.

Le pedí un favor. Uno de los pocos que llegaría a pedir en mi vida.

Le pedí que fuese el abogado de tu padre.

LúanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora