Cada una de aquellas pequeñas lagunas era una entrada al reino de los dioses, un pequeño portal al reino de cada uno de los cientos de dioses que en los libros se encontraban.
Cada una de ellas era diferente de la anterior, no había nombres, pero las plantas y elementos alrededor de cada uno daba pistas sobre de quien se trataba, muchos que pasaban por ello no tenían ni que adivinar, había descripciones de la gran mayoría en libros por toda Ravine. Solo debían seguir las instrucciones y llegar hasta el dios elegido.
Yo por otro lado, me encontraba dando pequeños pasos por entre cada una de ellas, mirando el agua clara y las plantas, las cuales eran mucho más hermosas que las que podía ver en un día normal en Ravine.
Ninguno me llamaba la atención.
No podía ver a ninguno de los otros jóvenes que habían entrado antes que yo, lo cual no hizo que mi corazón se calmara, el aire helado estaba poniendo mi piel de gallina y el hecho de que trajera un vestido no ayudaba a cubrirme para nada.
Miré hacia los lados.
Había demasiados, no había manera de que los viera a todos, di un par de vueltas, sintiendo como me empezaba a desesperar luego de algunos minutos en ese lugar.
Respiré hondo y decidí caminar hacia el fondo del bosque, era una vista maravillosa, no quería dejar de ver cada parte de ese lugar solo por querer escoger un dios al azar y terminar con eso rápidamente.
Solo vería ese lugar una vez en mi vida, utilizaría cada minuto que tuviera para recorrerlo, grabarlo en mi memoria, y al final, si encontraba una laguna que llamara mi atención, esa escogería.
Dejé que mis pies me guiaran hacia cada uno de los rincones del bosque, podía sentir que había caminado por horas, la noche dentro del bosque de los Ethereos era tan mágica como muchos la habían descrito, parecía que todo despedía una luz tenue, los colores eran vibrantes y las aguas resplandecían débilmente a mi alrededor.
Me alejé tanto, que llegué hasta un punto dentro de aquel interminable laberinto de árboles y lagunas, que ya casi no había nada a mi alrededor.
Me detuve mirando hacia los lados, supuse que sería el final.
Y aun no había escogido.
Me sentí ansiosa, sabía que era mi culpa haber llegado hasta ese punto sin saber nada, y aunque quería fingir que no me importaba, en realidad tenía miedo de elegir mal.
Todos querían algo bueno en su futuro, incluso yo.
Recordé las palabras que nos repetían incontables veces "Sus pies serán sus guías"
Respiré hondo y asentí, decidí cerrar los ojos y empezar a caminar lentamente, si me detenía frente a uno, o si caía por uno, iba a dejar al destino escogerlo.
-guíenme- susurré.
Los pasos cortos empezaron a llevarme con calma, mi corazón latía con fuerza en mi pecho, sentía mis manos temblar.
No supe cuanto tiempo hice aquello, pero fueron algunos minutos.
Una brisa helada golpeó mi rostro de repente, haciéndome detener, ya no escuchaba hojas bajo mis pies.
Fruncí el ceño.
Lentamente abrí los ojos, y un par de metros frente a mí había una laguna.
Estaba decidido, sería esa.
Me le acerqué con calma, no había nada a su alrededor, no había arboles cerca, ni una sola planta, pero su agua resplandecía como ninguna otra dentro de aquel bosque. Me incliné un poco sobre ella, mirando mi reflejo sobre el agua en completa calma.
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Claroscuro
FantasyTodos los jóvenes que cumplen la mayoría de edad deben elegir un dios de la luz o de la oscuridad como su guía. Yena lo sabía, pero ese día llegó más rápido de lo que pensó y tomando una decisión al azar, terminó con un Dios sin nombre a su lado y u...