Letras sin sentido

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-Ah, ahí estás- sus ojos azules me evaluaron por unos segundos.

Mi corazón golpeando la piel en mi cuello como si me encontrara en peligro me hizo sonreír de forma extraña mientras sostenía el libro con fuerza en mi mano.

-Oh, niña... no, no... esos son muy viejos, debes manejarlos con cuidado-se acercó a mí y tomó el libro de mis manos para colocarlo sobre la mesa de madera que se encontraba cerca de esa estantería.

-Lo siento-logré musitar, mientras me limpiaba las palmas de mi pantalón- ¿Puedo preguntarle algo?

Su mirada se volvió hacia mí por un segundo e inclinando un poco la cabeza me dio permiso.

-¿Qué lleva a un dios al exilio?

Sus cejas se movieron hacia el centro de su frente y sus manos acariciaron con cuidado la portada oscura y antigua del libro.

-Su incapacidad para poner el bien común sobre el propio- frunció los labios mientras se acercaba a la escalera y la colocaba en su sitio, al final de la estantería.

-¿Y qué ocurre con su reino?

-El bosque de los Ethereos es mágico, niña... su entrada quizá no pueda ser destruida, pero si será aislada-asintió dando pasos cortos hacia donde había aparecido- Si los dioses consideran que uno de los suyos es un peligro que necesita ser silenciado... eso harán.

-¿Y si ese dios cambia?

-Los dioses no cambian- se rio- son lo que son, y siempre harán lo que nacieron para hacer, bueno o malo. Aquel que nace del mar, siempre amará nadar.

Fruncí el ceño, sentándome en una de las pequeñas sillas frente al libro que había dejado en la mesa.

-Cada cultura del mundo tiene a dioses capaces de destruir todo por lo que hemos trabajado si eso significa sentarse en un trono. Y a ellos no les interesa si está hecho de oro o de huesos- se encogió de hombros- Muchas veces lo que ha sido oculto está mejor así.

Bajé la mirada, dejando de sentir a Aris a mi alrededor.

"Son lo que son" él era caos, era como intentar controlar un tsunami con una correa.

-En fin, David me dijo que tuvo que salir corriendo para un trabajo, al parecer algo ocurrió cerca de la frontera. Me pidió que te cuidara hasta que decidieras retirarte- hundió las manos en los bolsillos de su pantalón.

Asentí, sintiendo otro tipo de preocupación luego de sus palabras. ¿Qué había ocurrido? ¿La Marea había hecho algo? ¿Otro protegido de la oscuridad había...?

Sacudí un poco la cabeza, podía haber sido cualquier cosa. No podía preocuparme tanto por ello, tenía que averiguar lo del libro.

Esperé a que Ollie se volviera a alejar, y con la indiferencia de alguien que no quiere que conozcan su plan, abrí de nuevo el libro, esta vez con mayor cuidado.

Me detuve en la página donde había leído su palabra y con cuidado intenté ponerla a contraluz.

Sabía que el cuadro negro de la izquierda había sido su imagen y justo a su lado debía estar su nombre. Pero era casi imposible descifrarlo.

P?

H?

.

.

.

Eso parecía una S...

Maldecía para mis adentro cada que colocaba la hoja en un ángulo diferente y este no me mostraba más letras.

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