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No podía creer que saldríamos esa madrugada hacia la Academia, luego de dos días de "Entrenamiento" o lo que Aris había considerado adecuado enseñarnos.
Sabíamos que lo más probables era que nos enfrentaríamos a la Marea, y si eso ocurría, al menos seríamos capaces de darles pelea.
Nos había enseñado como golpear en los lugares más dolorosos, como utilizar sus armas en su contra, como escaparnos de lugares en donde estuviéramos rodeados. Pero para ser honestos, tener algo más que cuchillos en nuestra posesión nos hubiera dado una mejor ventaja.
Pero no podíamos pedir mucho, no es como si tuviéramos acceso a las armas del departamento de defensa. Y nuestro plan principal era entrar, sacar a los que pudiéramos y desaparecer sin ser vistos.
Estábamos casi seguros de que los detectores podrían contra la Marea sin muchos problemas, después de todo, si los verdugos de Arcadia perdían en contra de un montón de humanos con complejos de puritanos y solo armados con cuchillos, eso se vería muy mal para su marca personal.
Pero también sabíamos que no se iban a ir sin pelear, o sin al menos llevarse a varios protegidos de la oscuridad con ellos. Teníamos que entrar a la Academia a mitad de la noche, y avisarles a todos a primera hora, antes de que siquiera llegaran los Jurados y Detectores.
Así que ese martes todos nos fuimos a dormir temprano.
Apenas anochecía y ya la casa estaba en silencio, aunque yo no podía dormir, tenía el corazón en la garganta y demasiada adrenalina como para que mi cuerpo pudiera acostarse y descansar.
-¿Qué tan seguros estamos de que el líder de la Marea no estará en la Academia?- pregunté, mirando por la ventana de mi habitación hacia el bosque, viendo a las aves empezar a llegar a sus nidos para descansar esa noche.
-Nada seguros- Aris se encontraba detrás de mí, con los brazos cruzados sobre su pecho y una expresión algo tensa.
-Sería maravilloso matar dos pájaros de un tiro.
-Considerando que no conocemos su rostro, eso estará difícil- sus palabras rodaban como si hablara en un tono que los otros no pudieran escuchar desde sus habitaciones- Pero quizá podamos descubrirlo mañana, si me dejas, claro.
Me di la vuelta, sintiendo un escalofrío en mi columna, sus ojos ardían de impaciencia.
-Ya hablamos de esto.
-Lo sé.
-¿Entonces por qué sigues sacando el tema?
-Es normal. Que alguien tan poderoso como yo se sienta frustrado de no poder ayudar cuando tiene la oportunidad.
Alcé una ceja, mirando su cuerpo alzarse sobre el mío, viendo sus ojos evaluar cada uno de mis movimientos.
-No te daré el permiso-incliné la cabeza hacia un lado, sabiendo que se acercaba otra sesión de intentos de razonamiento.
-No te lo estoy pidiendo.
Fruncí el ceño, intentando entender lo que ocurría detrás de esa fiera mirada.
Nos quedamos en silencio por algunos segundos y respirando hondo volví a mirar hacia el exterior.
-¿Por qué no puedo sacarme de la cabeza el hecho de que algo malo va a pasar mañana?
-Porque te estás lanzando a una guerra con tres adolescentes armados con cuchillos.
-Hablo en serio, Aris.
Sentí sus manos tomar mi cintura y aprisionar mi espalda contra su pecho.
-Porque quizá tienes miedo de perder a la familia que tanto te ha costado mantener a salvo-suspiró- Porque no te imaginaste estos años de tu vida teniendo que defenderte de un grupo de imbéciles intolerantes y porque yo soy más una carta salvaje, que no puedes controlar, a un As que te daría la victoria de inmediato.
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Claroscuro
FantasiaTodos los jóvenes que cumplen la mayoría de edad deben elegir un dios de la luz o de la oscuridad como su guía. Yena lo sabía, pero ese día llegó más rápido de lo que pensó y tomando una decisión al azar, terminó con un Dios sin nombre a su lado y u...