-No sé cómo llegaron a estar metidos en todo este lío... pero ni siquiera los dioses quieren entretener esto- Suspiró Nana, sentada en la mesa, frente a Alden y yo- Nos están dejando a todos a nuestra suerte.
Una risa profunda se escuchó detrás de mí, lo que me hizo respirar hondo cuando la mirada fulminante de Nana se dirigió a Aris.
-Ese es el modus operandi de los Ethereos- esa última palabra salió de los labios de Aris como si fuera un insulto- Debería estar acostumbrada a que no se involucren y los dejen morir. Usted mejor que nadie debería saberlo. Con su vista tiene acceso preferente a ellos.
-¿Vista?- pregunté.
-Puede ver todo lo que proviene del bosque, de nuestros reinos. Nuestra energía- Aris se inclinó hacia delante, apoyando la palma de una de sus manos sobre la mesa a mi lado, acercándose a Nana.
-¿Siempre has podido verlo?
-Los veo a todos- musitó Nana, sin despegar los ojos de Aris.
-¿A todos?- Alden se inclinó un poco hacia delante.
Nana cerró los ojos y se recostó del espaldar de la silla. Tomó una bocanada de aire y tensando los labios volvió la mirada hacia cada uno de nosotros.
-Hay dos tipos de Ethereos en este plano- se enderezó- Los que eligen los humanos y los que eligen los dioses. Si tu lo escoges, pero él no a ti, estás protegido claramente, pero no existe una conexión verdadera. Es lo que los humanos llaman "señales", pequeñas ayudas aquí y allá, pero nada más que eso.
"Y luego están los que son escogidos por los dioses, el humano se ve atraído hacia su reino, lo ve todo justo y como es, porque ambos comparten elementos en común, y eso constituye que sus vidas y almas se unan. El humano puede verlo, y ambos afectan la vida del otro, y mucho más"
Por la mirada de Aris, supuse que esto no lo sabía, recordaba que había mencionado noches atrás que me había escogido, y esa era la causa por la que podíamos relacionarnos de esta manera. Pero en ese momento me di cuenta de que, en su cabeza, era una teoría. Justo hasta ese momento.
-¿Por qué...por qué no nos enseñan eso en las escuelas?- Alden susurró. Tenía el ceño fruncido, al igual que sus puños.
-Porque los dioses no quieren que eso pase- Nana siguió- Fíjate en la relación complicada de estos dos.
Nos señaló a Aris y a mí.
-No tiene sentido, ¿Por qué no querrían que sus protegidos fueran los... correctos? - suspiré.
-Has sentido su poder, has usado su poder ¿Verdad? - Nana me sonrió, no era una sonrisa de decepción, sino de entendimiento. Asentí- Así como tu puedes sentirlo, él puede sentirte. Emociones humanas, deseos humanos. ¿Qué dios querría tener esas ataduras? ¿Quién de ellos quisiera sentir la mortalidad?
Bajé la mirada, mirando por el rabillo del ojo como Aris se relajaba a mi lado. Emociones humanas. Lo había visto ir a los extremos para protegerme, lo había visto acercarse a mi cuando estaba lastimada. Sus brazos abrazándome en el baño del hospital volvieron a mi mente, una sensación de calor se expandió por mi pecho. Y pude ver que Aris ligeramente se volvía hacia mí.
-Que tu protector sea uno de los exiliados te pone en un problema mucho mayor- Nana pareció tensarse.
-Puedo protegerla.
-No. No puedes- soltó Nana- Si los detectores la aprisionan la matarán al descubrir que estás aquí. Y no solo a ella, a todos los que saben de tu existencia.
Un hueco se abrió en la boca de mi estómago. Volví la mirada hacia Alden quien palideció de repente.
-¡No dejaré que nada le ocurra!-gruñó Aris- Y estos detectores pueden intentarlo, y haré que cada parte de su cuerpo se descomponga de un chasquido.

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Claroscuro
FantasiaTodos los jóvenes que cumplen la mayoría de edad deben elegir un dios de la luz o de la oscuridad como su guía. Yena lo sabía, pero ese día llegó más rápido de lo que pensó y tomando una decisión al azar, terminó con un Dios sin nombre a su lado y u...