Pánico

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Ese sábado le prometí a Aris que iríamos al departamento de seguridad de Ravine, así que me desperté temprano y tomando el tren, llegamos al lugar antes de que el mar de personas despertara y la vida laboral de esa mañana empezara. 

-¿Quiénes están ahí?- preguntó.

-los ministros y jefes de los grupos de control de Ravine, gran parte de los protegidos de la oscuridad trabajan ahí... o en aquel edificio de allá- señalé a la derecha, un edificio de dos pisos que funcionaba como la corte de Ravine.

-¿Por qué?

-porque... tenemos fama de ser... despiadados y justos- me encogí de hombros.

Empecé a mirar hacia los lados, algo me hacía sentir incómoda en ese momento, como si alguien estuviera mirándome a lo lejos, como si algo se estuviera ocultando en las sombras de las tiendas que rodeaban las calles. 

Sacudí un poco la cabeza para intentar sacarme esa sensación.

Hundí las manos en los bolsillos de mi pantalón, enfocando mi atención en Aris, que empezó a analizar los alrededores, como hacía con todos los lugares que visitábamos.

Recordé que, en alguna parte de ese edificio, había registros que me podían ayudar a descubrir quién era él y su nombre, pero, por otro lado, cada día que pasaba me preguntaba si saberlo iba a servir para algo...

-Humana... empieza a caminar hacia aquellas tiendas- Aris había aparecido de la nada a mi espalda, me señaló unas tiendas cerradas en la calle de enfrente.

-¿Qué?

-muévete- musitó dándome un pequeño empujón en la espalda.

Fruncí el ceño, pero asentí.

Me apresuré a caminar por delante de él, pero podía ver por el rabillo del ojo como su mirada se enfocaba en un punto a la distancia, sus ojos naranjas poco a poco se oscurecían y la expresión de su rostro se volvía tensa.

-¿Qué ocurre?- pregunté.

Sin aviso me tomó de la parte superior del brazo y me jaló hacia un callejón entre dos de las tiendas que se encontraban cerradas a esa hora de la mañana.

Sentí como me empujaba hacia una de las paredes, justo detrás de una pila de cajas y botes de más o menos mi tamaño. Su cuerpo se atravesó entre mi visión y la calle unos metros a mi izquierda.

-¿Qué te pasa...?

Sentí su mano cubrirme la boca y su cuerpo acercarse más a mí.

Su mirada aún en la calle.

Entornó los ojos mientras subía el dedo índice de su mano libre a sus labios, indicándome que hiciera silencio.

Esperé por unos segundos, mientras intentaba analizar su expresión, un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando se acercó aún más a mí, como si me cubriera por completo.

Bajó la mirada hacia mí, aun con una de sus manos en mis labios, sus ojos se suavizaron un poco; llevó su otra mano a mi hombro, pude sentir uno de sus dedos en mi cuello, de nuevo sentí un escalofrío.

Mi corazón había empezado a latir con fuerza momentos antes, pero ahora, se sentía como si el latir del mismo hubiera disminuido hasta que ni siquiera concentrándome podía escucharlo.

Escuché unas pisadas a lo lejos y en ese momento su mirada volvió a dirigirse a la calle, sentí como se tensó por unos segundos, hasta que las pisadas volvieron a alejarse por el lado contrario al que habían aparecido.

Poco a poco bajó la mano que había utilizado para cubrirme los labios, y los músculos de su cuerpo se relajaron.

Un suspiro salió de sus labios y dejó caer su cabeza sobre mi hombro, sus manos tomando la parte superior de mis brazos.

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