Esa noche, luego de que Aris nos dijera su plan y reparáramos en cuán demente todo sonaba, nos fuimos a dormir.
La conversación de más de tres horas nos había puesto de mal humor, Aris nos decía que teníamos que confiar en él, pero era difícil hacerlo cuando estábamos poniendo nuestras vidas en la línea. Pero él parecía convencido de que su idea daría resultado.
Entendía las inseguridades que tenía los demás. Yo estaría a salvo, era más que obvio, pero ellos no tenían a sus dioses a su lado para que los alejaran del peligro si todo salía mal. Logré hacer que Aris prometiera cuidarlos a todos como me cuidaba a mí. Pero había unas cosas que incluso él no podía hacer.
Yo tenía una conexión con él. Eso significaba que podía verlo, sentirlo y utilizar su poder para mi ventaja. Pero ellos no la tenían, y su seguridad iba a estar condicionada por lo dispuesto de Aris para ayudar. Me tenía que asegurar de que estaba dispuesto y que no los dejaría pasar por mucho peligro.
Me dejé caer sobre el duro colchón, levantando una nube de tierra sobre mí.
-Carajo- tosí, poniéndome de pie, casi tan rápido como me dejé caer.
Me quité la chaqueta que traía y la utilicé para sacudir todo lo que esa cama había acumulado durante su tiempo en desuso. Había escogido la habitación más lejana en el piso de arriba. Willow había elegido la que estaba cerca de la escalera, y ambos chicos se habían quedado abajo, en las habitaciones que se encontraban cerca de la descuidada cocina.
-Eso no es suficiente-Aris había aparecido detrás de mí, mientras seguía intentando limpiar la cama.
Dejé escapar un suspiro y me volví hacia él. Me sentía enojada, pero no sabía si había sido por lo que había pasado el día anterior, aquella mañana, o las horas previas. Era como si su presencia empezara a encender algo dentro de mí que fluctuaba entre lo molesta y lo emocionada.
-Si no vas a ayudar, desaparece-tensé la mandíbula- Estoy cansada, necesito dormir, no tengo ánimos para seguir lo que sea que sea esto.
-¿Esto?- frunció el ceño, confundido ante mis palabras.
Para ser un dios era bastante denso.
Ya no sabía qué era lo que sentía cuando me encontraba a su alrededor. No podía evitar que mi corazón se acelerara al verlo, al recordar el beso de aquel día, en recordar la sensación de sus manos sobre mi cuerpo. Pero, por otro lado, no podía evitar pensar en la oscuridad que sentí cuando hice que Phillip sufriera de aquella manera. Sabía que estaba mal, me había convencido de que había estado mal; pero, por otro lado, se había sentido tan bien tener todo ese poder, cada nervio en mi cuerpo reaccionó al Caos como si lo hubiera manejado desde que nací, como si lo hubiera tenido dormido dentro de mí toda la vida, y por fin tenía la oportunidad de salir.
-¿Te arrepientes?- pregunté, dejando caer mi chaqueta sobre la vieja cama. Alzando la mirada hacia el ceño entornado que Aris me dedicaba.
-¿De qué?
-De esto- alcé mis manos, mostrando las marcas en mis dedos- Nana dijo que no era solo yo quien estaba experimentando tu poder.
Su mandíbula se tensó, un ligero refulgir en sus ojos me hizo dar un paso hacia atrás, pero él me tomó de la mano y me jaló hacia él, quedando a centímetros de su rostro, respiraba hondo y pesado, sus ojos viajaban entre mis ojos, como si estuviera decidiendo en cual posar su fiera mirada.
-Nunca-esto salió de sus labios como un gruñido lleno de aire y control.
-Te he visto sentir miedo, sentir tristeza, sentir...

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Claroscuro
FantasyTodos los jóvenes que cumplen la mayoría de edad deben elegir un dios de la luz o de la oscuridad como su guía. Yena lo sabía, pero ese día llegó más rápido de lo que pensó y tomando una decisión al azar, terminó con un Dios sin nombre a su lado y u...