Era tan temprano en la mañana, que incluso el sol no había salido por completo.
Queríamos llegar antes de que las personas empezaran a asistir a clases, así que mientras Fassier se estacionaba a un par de cuadras cerca del bosque trasero del instituto, empezamos a repasar el plan.
-Si se encuentran con La Marea y no es necesario pelear, corran- dije, mirándolos a todos.
-No tienes que decírmelo dos veces- Willow suspiró.
De todos, ella era la que lucía más asustada. No dudaba de su capacidad de sostenerse en pie en contra de alguno de La Marea, pero, de todas formas, lo que ocurriría en un par de horas nos pondría en el ojo del huracán.
Y sin importar qué tan preparados estábamos, las cosas podrían volverse oscuras en cualquier momento si no teníamos cuidado.
-Vamos, antes de que el sol se levante por completo y las sombras ya no sirvan para escondernos- Alden se acomodó la correa de la mochila a su espalda. Pude ver un ligero temblor en sus manos.
Caminamos un poco, intentando quedarnos fuera del ojo público; aunque fuera temprano, un par de autos podían escucharse en la calle principal, aquellos que trabajaban a primera hora empezaban a circular antes de que se apagaran las farolas nocturnas.
Llegamos a las canchas de la parte trasera de la academia cinco minutos después. Los recuerdos de la vez en que tuvimos que correr para ayudar a Alden me vinieron a la cabeza, y volviendo la mirada hacia él, pude ver como bajaba los ojos y se enfocaba en sus pasos. Lucía molesto.
No me sorprendía, a él le fue peor que a los demás.
Unas pisadas nos hicieron detenernos a mitad de una de las canchas, y volvimos la mirada hacia todos lados con el corazón en la garganta, pero no pudimos ver nada, nada entre los árboles, nada en las ventanas de la cancha.
Vi la silueta de Aris empezar a buscar por entre lo que nosotros no podíamos ver, lo sentía inquieto, pero también lleno de una euforia que me contagiaba, incluso cuando no le había hablado en todo el camino.
-Todo en calma- dijo cuando llegó hasta mí.
En ese momento solo lo podía ver yo, ninguno de los tres parecía notarlo. Me alegré por eso, tenerlo para mí al menos de esa manera, por un pequeño momento, me traía calma.
Después del pico de emociones de la noche anterior, ahora me encontraba en el otro extremo. Sabía que lo que estaba haciendo era lo correcto, no estaba huyendo, no estaba ocultándome. Debía evitar que La Marea cobrara más vidas, y los protegidos de la oscuridad dentro de esas paredes no se merecían que sus vidas se vieran amenazadas de esa forma.
A pesar de eso, a pesar de que tenía mis razones para estar escabulléndome dentro de la academia por la puerta semi abierta del gimnasio, no podía mantener esa voz en mi cabeza que me decía que quizá aceptar la oferta de Nana de irme fuera de Ravine, era lo mejor.
-Nos vemos en el sótano en máximo cinco minutos- susurró Fassier al momento en que alcanzamos la puerta interna del gimnasio.
Asentimos. No queríamos proferir palabra, no sabíamos quien podría ya estar recorriendo los pasillos de la Academia.
Teníamos la forma de llegar a donde queríamos por pasillos y salones alternativos, lejos de aquellos que usualmente se llenaban en las primeras horas de la mañana.
-Si lo llamamos... ¿Vendrá?- Alden se volvió hacia mí, buscaba a Aris con su mirada.
Un movimiento lento de cabeza de parte de Aris me permitió asegurarle de que, si algo malo llegara a pasar, él los protegería lo mejor que pudiera.
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Claroscuro
FantasyTodos los jóvenes que cumplen la mayoría de edad deben elegir un dios de la luz o de la oscuridad como su guía. Yena lo sabía, pero ese día llegó más rápido de lo que pensó y tomando una decisión al azar, terminó con un Dios sin nombre a su lado y u...