Luto

278 39 1
                                    

Nos quedamos en el salón, mirando hacia la nada por varios minutos, o quizá fueron horas, la verdad no sabía.

Había caído sentada sobre mi silla luego de un par de minutos, mis pensamientos dando vueltas dentro de mi cabeza y Aris a mi espalda, con una mano sobre mi hombro, pero sin decir palabra.

-creo... creo que deberíamos... irnos- murmuró Alden sin alzar la mirada de su escritorio.

Nadie le contestó, nadie se movió.

-yo... tengo trabajo- dijo Uriel.

Vi como lentamente se levantaba y empezaba a caminar con paso apesadumbrado hacia la puerta, luego de eso, otros le siguieron, nadie profiriendo palabra, nadie separando los ojos del piso o las paredes.

-eeh...- Willow tragó saliva con dificultad y poniéndose de pie tomó una bocanada de aire, que soltó luego de un par de segundos- yo me... me tengo que ir... supongo que los veré mañana.

Salió del salón y junto con ella, Alden se retiró sin decir palabra.

-¿Yena?- Fassier se me quedó mirando.

Se levantó y tomó su mochila, colgándola sobre su hombro.

Solo quedábamos él y yo en el salón.

-me iré en unos segundos- esbocé una mueca que quería creer había sido una sonrisa.

-nos vemos mañana- asintió.

La puerta sonó tras él, y la soledad del salón hizo que, en cuestión de segundos, el aire empezara a sentirse pesado.

-humana...

-ahora no-dije alzando una de mis manos en su dirección, para detenerlo.

Vi como tensó la mandíbula, pero obedeció, se mantuvo recostado de la pared al lado de la puerta, con la mirada baja y los dedos de sus manos entrelazados frente a su cintura.

No podía creer que el profesor Darius había muerto, no tenía sentido.

Nada tenía sentido.

Decidí irme luego de unos minutos de solo mirar el pizarrón, llevé mis manos a los ojos, estrujando un poco para ajustarme a la luz del pasillo.

No había llorado, ninguna lágrima había salido de mis ojos, no estaba triste, no era eso... estaba confundida, petrificada...

Dejé que mi cuerpo se moviera de forma automática hacia el lugar a donde debía ir, sentía los pies apesadumbrados y el pecho algo tenso, pero decidí ignorarlo, lo ignoré lo más que pude, al menos hasta que mis pies me llevaron hacia la biblioteca.

El sonido de las noticias que se encontraban encendidas en el pequeño televisor de la sala de empleados me hizo detenerme en seco, incluso antes de que pudiera colocar mi mochila en mi casillero.

"El cuerpo fue encontrado a una cuadra de su casa, con marcas de cortadas y varias puñaladas en el pecho, la víctima, Darius Quince, protegido de la oscuridad, maestro de la Academia Theos, la tercera víctima del asesino en serie de Ravine"

Me dejé caer sobre una de las sillas, sintiendo de nuevo las manos empezar a temblar, no se me había ocurrido esa posibilidad, pero ahora... ahora que lo habían confirmado, el sentimiento de confusión que había experimentado antes pasaba a ser uno de rabia, de odio.

Un impulso por ir a buscarlo y hacerlo sufrir por todo lo que había hecho sufrir a sus víctimas, las familias y conocidos de las mismas.

"El asesino talla en la piel de sus víctimas el símbolo de los dioses a los que pertenecen, y sobre ellos coloca una flor de salvia blanca..."

ClaroscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora