C u a t r o

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Nel y yo nos hemos organizado bien para cuidar de Bruno. Ella me ayuda mucho, llevándolo a la escuela por las mañanas cuando yo tengo que ir al trabajo, pero luego yo me hago cargo de él resto de la tarde mientras ella ayuda a su padre con todas las reuniones que tiene en línea, encargándose de sus redes sociales y de todos los asunto de la prensa. Básicamente en su publicista. El trabajo le encanta, y le permite estar cerca de nosotros, aunque es verdad que de vez en cuando vuelve a Estados Unidos para verse con sus padres, quienes, extrañamente, han vuelto. Nel dice que se ven felices, pero después de vivir como su matrimonio se disolvía, creo que no se permite disfrutar por completo de esa felicidad, siempre está esperando el golpe. Si soy sincera, a mí también me da miedo que las cosas no resulten como esperan, pero los he visto demasiados años estando para el otro, y creo que se merecen la oportunidad de hacer las cosas mejor esta vez.

Además, a Eleonor le sienta muy bien ser la primera dama de los Estados Unidos.

Como sea, Nel y yo estamos haciendo un buen trabajo. Y los fines de semana, cuando yo no trabajo y ella tiene más tiempo libre, nos enfocamos completamente en Bruno. Lo sacamos de casa para que se distraiga, vamos a comer, le enseñamos la ciudad, y cuando es día, lo llevamos a sus partidos de futbol.

Este sábado es uno de ellos. El último de la temporada.

Veo a mi hijo corriendo de un lado a otro detrás de la pelota, mientras su entrenador le grita—amablemente—, lo que tiene que hacer. Sabe lo que le conviene, un día estaba demasiado frustrado porque iban a perder un partido y empezó a gritarle de forma muy grosera, yo tuve que darle una patada donde no le da el sol y desde entonces no volvió a hablarle así.

Podrá ser su entrenador, pero no dejaré que nadie nunca trate mal a mi hijo.

—Nunca he entendido el futbol —dice Nel a mi lado, escondiéndose detrás de sus gafas.

Su cabello rubio reluce bajo la luz del sol. Llama la atención de muchas personas, pero después de lo de Leroy Edwards se encerró de nuevo en su caparazón. He tratado de hacerla salir, pero creo que yo soy la menos indicada para decirle que hacer en temas del amor. Cada vez que se lo insinúo me mira como diciendo ¿de verdad quieres ir por ahí? Y no, claro que no quiero hacerlo, pero temo que pase demasiado tiempo conmigo y se pierda de una de las cosas más especiales del mundo.

No quiero que pierda su vida por mi culpa.

—Solo tienen que llevar el balón a la portería del equipo contrario —le explico, pero muy atenta a Bruno.

Le ha quitado el balón a un niño del otro equipo y está haciendo una buena jugada.

—¿Y por qué no lo hace el portero si puede agarrar la pelota con las manos?

—No puede agarrar la pelota con las manos fuera de su lugar.

—No tiene sentido —farfulla, molesta por no entender.

Y aunque claramente no le gusta esto, nunca ha puesto un pero para venir a los partidos. Siempre disfruta de ver a Bruno, y aunque se queje, ha sido responsable de muchos de los objetos de futbol que él tiene en su habitación. Tiene muy consentido a Bruno. Y él la adora. Cuando Nelly viaja, la pasa muy mal. Tal vez es por eso que ella evita los viajes tanto como puede.

—No, pero...

Las palabras se quedan en mi garganta porque me pongo de pie en las bancas de padres cuando veo a Bruno acercándose a la portería rápidamente. Esquiva a varios niños, y está por caerse, pero él sigue, no se rinde, y al final logra meter ese maldito balón a la portería. Mis gritos de felicidad se escuchan más que los de cualquier otro padre y Bruno voltea hacia mí, con una hermosa sonrisa.

El poder del amor #2 B.P [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora