S i e t e

184 7 0
                                    

C a e l a n

Estoy bastante familiarizado con las injusticias en el mundo, pero nunca antes ninguna me había parecido tan mala como descubrir que al paso de los años solo se ha vuelto más jodidamente hermosa.

Su cabello castaño le llega a la cintura, ondulado como siempre lo recordé. Lleva puesto un traje blanco elegante con unos tacones que la hacen lucir alta, sofisticada, elegante. En su escote cae un collar largo y sus labios pintados de rojo me hacen recordar cómo se sentían cuando recorría mi cuerpo. Sus ojos dorados atrapan los míos como una red. Todo mi cuerpo está en llamas, las manos me tiemblan y solo puedo pensar en acercarme a ella, en alejarla, en besarla, en pelear. Mi interior empieza a llenarse de emociones contradictorias e intensas y frunzo las cejas, molesto.

Este es el poder que Alyssa Allen siempre tuvo sobre mí. Ponía mi mundo cabeza, pero al mismo tiempo me daba la estabilidad que siempre busqué. Me aceleraba y me tranquilizaba. La deseaba tanto que quería arrancarle la ropa, pero luego venerarla como si fuera la única diosa en la que creyera. Y lo odio. Lo odio porque yo tuve que esforzarme mucho para olvidar esos sentimientos, estas sensaciones, y solo basto un simple segundo, una mirada, para reducir años de esfuerzo a cenizas.

No es justo. Pero al mismo tiempo quiero correr hacia ella, quiero tomarla de la cara y obligarla a decir por qué me hizo esto.

¿Por qué nos hizo esto?

Y va a tener que contestar, porque esta vez no hay una puerta que la proteja de mí.

Doy un solo paso, cuando veo que se acerca un señor a ella, diciéndole algo. Alyssa tarda en reaccionar y le cuesta separar sus ojos de los míos. Una vez que escucha el hombre, parece recordar algo y el color se va de su cara, pero no tiene la fuerza suficiente para rechazar el micrófono que el hombre le pone en las manos.

La música se detiene y todos la miran.

—Buenas noches.

Su voz sale temblorosa y tiene que carraspear lejos del micrófono, pero para mí ha sanado como la viaja canción de cuna, como algo que al paso de los años no puedes recordar bien, pero cuando la oyes de nuevo, logra tranquilizarte, como si siempre hubiera estado en su cabeza.

—Quiero agradecerles a todos por estar aquí. Sé que muchos vienen de muy lejos, así que, gracias.

Un sentimiento de decepción pronto también se une.

Ella es la del posgrado. Ella trabaja en el hospital a una hora de aquí.

Es imposible que no supiera que estaba en Barcelona, sin embargo, no trato de buscarme. Supongo que no debería sorprenderme, después de todo, ella fue quién se alejó.

—La carrera de medicina requiere un gran esfuerzo, pero la mayoría aquí sabemos que todo vale la pena al recibir las gracias de quienes ayudamos.

¿Medicina?

Steve dijo que era un hospital para niños, así que supongo que es pediatra.

Detengo la sonrisa orgullosa que quiere formarse en mis labios, y frunzo más las cejas.

No, Caelan.

¡Ella te dejó!

—Gracias también al doctor Vargas y a mis colegas por hacer esto posible. A mi familia por venir de tan lejos y a... —vuelve a mirarme y sé que duda sobre que decir—, supongo que a la vida, por haberme puesto aquí.

A la vida...

Ella fue quién se puso aquí. Ella fue la que huyó. Ella fue quién decidió este futuro, uno en dónde yo nunca figuré.

El poder del amor #2 B.P [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora