Q u i n c e

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C a e l a n

Verla sentada frente a mí se siente como un sueño del que no quiero despertar jamás. Luce preciosa, con esa blusa brillante y el toque cálido que le dan sus joyas. Mis manos hormiguean por la necesidad de acariciarla mientras ella solo degusta el corte de carne que eligió.

Verla comer y beber pone una cálida sensación en mi pecho.

Se siente bien cuidar de ella. Aunque sé que ahora no lo necesita. Antes libró sus batallas sola, pero me mantuve cerca y la cuidé cada vez que calló, pero ella ahora es más fuerte que antes, ha aprendido mucho. Aun así, la sensación no se va y me regodeo en ella todo lo que puedo.

Quiero atesorar este momento, porque es el más tranquilo y lindo que hemos tenido desde que nos volvimos a encontrar. En gran parte me esforcé para que fuera así. Tuve que pagar una gran suma para que cancelaran todas las reservaciones y nos dejaran el restaurante para nosotros solos. Como le dije, no es por la prensa, sino porque, por muy egoísta que suene, quiero tenerla para mí solo esta noche. Tanto como pueda, todo el tiempo que me lo permita.

Quiero que sienta lo mismo por mí.

Es extraño porque cada vez que la veo a los ojos el dolor sigue punzando dentro de mí, pero me cuesta hacerle caso cuando la realidad es que la sigo amando, cada parte de ella. Sus defectos, sus virtudes, sus ideas locas y sus mayores debilidades. Es un amor que me ha consumido por completo, que cambió mi vida y lo que soy, y aunque antes la idea me hacía enfadar, este momento hace que me olvide de ello.

Este momento es perfecto.

—¿Qué? —pregunta cuando se da cuenta de que no le he quitado la mirada de encima.

—Nada —niego con la cabeza y sigo comiendo.

Ojalá pudiera decirle todo en lo que estoy pensando, pero no puedo. Aunque sé que es difícil de escandalizar, no me parece correcto en este momento.

—Dímelo.

—No.

Alza las cejas, sorprendida. Ya lo había notado. Le sorprende que me niegue a decirle algo por qué antes nunca lo hice. No me hace sentir orgulloso, porque aunque disfruto su sorpresa, mi negación solo sirve como barrera para que no sepa la verdad sobre lo que pienso o cómo me siento. Es un método de autodefensa que no planeé utilizar, pero aun así, aquí estamos, y sé que será difícil desprenderme de él.

—Bien —deja los cubiertos a los lados de su plato, con un nuevo desafío en los ojos.

Cuando la veo beber de su vino sin apartar la mirada, la barrera se astilla un poco.

¿Cómo es que se ve tan sexi haciendo algo como eso? No lo sé. Solo sé que el movimiento de su garganta al tragar me cautiva y solo puedo pensar en poner mi mano alrededor de su cuello.

Y sé que es su intención. Está intentando de provocarme.

Yo sonrío, bebiendo también de mi vino.

La verdad es que no tiene que hacer nada para provocarme. Solo está sentada ahí, comiendo, y yo ya pienso en cosas que no debería pensar.

—¿Qué estás haciendo, Alyssa? —ladeo la cabeza, divertido.

—¿Qué? —se encoge de hombros y sigue comiendo—. Esto está delicioso. ¿Cómo está el tuyo?

Yo elegí un filete de pescado, pero sé que no es sobre lo que está preguntando. Mi mano se tensa en mi muslo.

Su intento está funcionando.

Tal vez los años me hicieron olvidar lo pervertida que puede llegar a hacer. Pero yo nunca me he quedado atrás.

El poder del amor #2 B.P [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora