Después de dejar a Bruno en la escuela, Allen y yo viajamos de nuevo a Barcelona porque recibimos una llamada de Steven pidiéndonos que fuéramos. Supongo que quiere hacer más preguntas sobre cómo nos enteramos de esto, y sé que solo Allen puede responderlas, pero no quiero que ella pase mucho tiempo aquí. Este mundo es horrible y no quiero que su luz se apague.
Pero ella quiso venir, así que no puedo impedirlo.
Esta vez, al llegar a la caseta, empiezan a rodearnos muchos reporteros, golpeando las ventanas para llamar nuestra atención. No he visto las noticias hoy, pero es probable que la gente ya sepa sobre el despido de William.
—Esto no estaba así ayer —murmura ella y yo aprieto su mano para tranquilizarla.
Cada vez que ve una cámara cerca noto que se tensa. No quiere que le tomen fotografías, ni que la graben. Y siempre me culparé por no haber podio evitar que se lo hicieran. Tengo que hacerlo porque ella jamás me culpara.
—Las malas noticias siempre llegan primero.
El hombre de la caseta no necesita que baje la ventana porque ya reconoce mi camioneta, así que acelero, dejándolos a todos atrás. Sé que nunca me podré deshacer de ellos, pero me mantendré tan lejos como me sea posible.
Cuando aparco, me bajo rápidamente para ayudar a Allen a bajar. Hoy se ve preciosa. Lleva puesto un saco negro que funciona como vestido. Un cinturón con cadenas se ajusta a su cintura y lleva puestas unas botas negras que le dan un par de centímetros más de altura. Lleva puestos unos lentes rojos, casi tan rojos como sus labios. Siempre me ha gustado ver su boca así.
Una vez en el suelo, acerco su mano a mi boca y dejo un beso en el dorso.
—¿Ya te dije que te ves preciosa?
Ella sonríe, iluminando un poco este lugar tan lleno de oscuridad.
—Desde que me desperté.
—Bueno, es tu culpa. Luces preciosa cada segundo del día.
Allen se quita los lentes y los guarda en su bolsa que también es negra.
—¿Acaso te has visto en un espejo?
Mi sonrisa no hace más que asentarse y no dudo en enredar mi mano en su cintura y caminar con ella pegada a mí. Se siente como un alivio entrar así. No necesitamos ocultarnos más, puedo mostrarle al mundo lo mucho que la amo y lo feliz que estoy a su lado. Allen parece estar experimentando la misma sensación porque también me rodea con su brazo y caminamos así hasta el elevador, bajo los ojos de todas las personas que empiezan a llegar a sus puestos de trabajo.
Una vez que las puertas se cierran, me toma por sorpresa cuando se inclina a mí y muerde mi labio inferior.
—Apenas ayer me follaste aquí.
Alzo una ceja.
—¿Quieres que detenga de nuevo el elevador? Steven puede esperar.
Y con mucho gusto haré que espere.
—No sé cómo tienes tanta energía. Yo creo que perdí la costumbre.
—Con gusto te podré de nuevo en la carrera.
Mi comentario la hace reír y yo no puedo dejar de verla cuando lo hace. Se ve jodidamente preciosa. Sus ojos brillan, sus mejillas se levantan y a mí me recuerda a esa chica en el internado. Estaba demasiado metida en su propio mundo, demasiado preocupada por parecer alguien perfecta, pero a mí nunca me lo pareció hasta que estaba conmigo y reía así. Era de los únicos momentos en los que veía a la verdadera Allen.
Me alegra saber que no se haya perdido al paso de los años.
Cuando la puerta del elevador se abre, la mujer detrás de la recepción nos sonríe ampliamente. Esta vez no hay miradas tensas ni palabras de rechazo. Solo nos señala el pasillo para que sigamos con nuestro camino.
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El poder del amor #2 B.P [✔]
RomanceCaelan tiene una vida perfecta. Juega fútbol en el equipo perfecto, tiene una perfecta carrera y perfectas oportunidades. Y le agrada. Así su mente no piensa demasiado en la persona que su corazón tanto extraña. Pero cuando ella vuelve y pone todo d...