T r e i n t a y c u a t r o

150 8 0
                                    

U n   m e s  d e s p u é s

Trata de engañarte y la vida se encargará de hacerte recordar.

Si soy sincera, nunca creí que volvería a Nueva Orleans. Este lugar, a pesar de que me hizo conocer a dos de las personas más importantes de mi vida, también se encargó de proporcionarme el peor de los sufrimientos. Sufrí aquí, lloré aquí y me lastimé a profundidad aquí. Me convertí en una persona de la cual no me siento muy orgullosa y siento que, en gran parte, por eso tampoco planeaba volver.

¿Quién querría estar en un lugar que le recuerda a una de las peores etapas de su vida?

Lo cierto es que, por mucho que te esfuerces, por muy rápido que corras, el pasado siempre te alcanzará antes y te exigirá un cierre.

Me sumerjo en eso y me convenzo a mí misma que esto en necesario, que tengo que abrirme paso en mi nueva vida sin ataduras, sin cosas inconclusas.

Me convenzo de que debo ver a mis padres.

Golpeo constantemente mis dedos contra el asiento de la camioneta y no separo la mirada de la ventana.

Al pasar por la ciudad, me doy cuenta de que muchas cosas han cambiado. Hay nuevos edificios, nuevos puntos de venta y las calles parecen mucho más tranquilas, aunque eso podría ser también porque apenas son las nueve de la mañana. Pero al ir entrando a Linden, los nervios hacen un nudo horrible en mi estómago y sin darme cuenta empiezo a mordisquear las uñas.

Todo está igual. Es como si el pueblo se hubiera mantenido en pausa en mi ausencia y eso, lejos de tranquilizarme, crea un miedo en mí, uno muy profundo que logra descontrolar mi respiración.

Me sobresalto cuando siento que retiran la mano de mi boca, pero suspiro profundamente, tratando de recomponerme, cuando veo a Caelan. Él se ha mantenido a mi lado en todo el viaje, dándome palabras de aliento y abrazándome cada vez que es necesario para tranquilizarme. Sabe que me estoy muriendo de nervios y quiere hacer lo que esté en sus manos para distraerme.

Su sola presencia ya lo logra, pero no creo que él lo sepa tan bien como yo.

—No tienes que hacerlo si no te sientes lista —susurra.

Yo aprieto su mano, aunque no sé si para tranquilizarlo a él o para tranquilizarme a mí.

—Ya estamos aquí.

—Y podemos volver tan pronto como lo desees. El jet es tuyo, ¿recuerdas? —logra su cometido, me hace sonreír. Asiente, satisfecho—. Eso es. Sonríe más, Allen.

—Sí, Maly —Bruno se inclina hacia adelante, haciéndose presente en la conversación—. Te ves más bonita cuando sonríes.

Acaricio su cabello y lo observo a profundidad. Sus ojos color miel están acompañados de unas largas pestañas, su nariz es pequeña y respingada, de su cabello empiezan a crecer marcados rizos y ya se le han caído los dos dientes frontales.

Probablemente es al niño que más dinero le ha traído el ratón de los dientes. Creo que entre Nelly, Caelan, Denzel y Emilio le dejaron casi cien euros debajo de la almohada. Al día siguiente, cuando despertó, era el más feliz del mundo.

Yo, mientras tanto, lloré acompañada de una copa de vino porque está creciendo demasiado rápido y siento que en algún punto no podré seguir protegiéndolo. Hago lo que puedo cada día, soy de lo más sincera cuidado no arruinar su inocencia, pero sé bien lo que hay afuera, y ahora mismo estoy llevando a mi hijo al lugar que vio morir mi inocencia poco a poco.

Por fin llegó un fin de semana largo, festejan algo importante en España, así que ambos tienen viernes y lunes libre. Caelan se comprometió con sus padres a que cuando tuviéramos la oportunidad, haríamos un viaje, y aunque sabía que significaba también que volvería a la casa de mis padres, yo misma propuse el viaje y, bueno, aquí estamos.

El poder del amor #2 B.P [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora