D o c e

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3-0

Supongo que debí esperar que ganaran, pero de igual forma me siento sorprendida y feliz por Caelan. Ganó su primer partido, y él anotó uno de esos goles. Lo hizo increíble, más que eso, parece como si hubiera sido creado para estar dentro del campo.

Bruno está también que se desmaya de la emoción, pero no lo hará porque quiere ir a los vestidores. Va jalándome de la mano, bajando las escaleras tan rápido como sus pies se lo permiten. Frente a nosotros van Nelly y Steven, tan tranquilos mientras yo soy un manojo de nervios.

Con mi mano libre, ajusto más los cordones de mi capucha, esperando que eso sea suficiente como para que Caelan no me note. Aunque tal vez debería dejar que Nelly entre con él, yo debería mantenerme afuera. Al margen.

—Vamos, Maly —me apresura Bruno una vez que bajamos las escaleras—. Quiero que me tomes fotos con ellos.

Hago una mueca de sufrimiento.

No puedo dejar que entre solo.

Se suelta de mi mano y corre libre por el campo hacia los vestidores. Al menos ya cumplió su sueño de correr en uno.

—Dios se la debe estar pasando en grande con mis desgracias —le digo a Nel, sujetándome de su brazo.

—Yo también lo pienso.

—¿Sabes? Ahora entiendo por qué le diste el chocolate.

—Está bien —palmea mi brazo, dándome ánimos—. Esa mirada tiene mucho poder.

—Es como un truco de magia.

—Ya sé, ya sé.

Voy sufriendo detrás de ambos, con Nelly como mi único punto de apoyo.

Este campo es ridículamente grande, pero aun así logramos llegar del otro lado más rápido de lo que me gustaría. Cuando entramos al túnel, detengo a Bruno para tomar su mano y seguimos de cerca a Steven, quien no ha dejado su celular en todo el camino. Me preguntó cómo es que no se cayó en las escaleras.

—¿Estás emocionado, Bruno? —le pregunta, sin mirarlo tan siquiera.

En cuanto tenga el balón autografiado se lo voy a lanzar a esa vieja y atractiva cara.

—¡Sí! —responde mi hijo—. Pero no tengo balón.

—No te preocupes, te daremos uno de los que se usó en el juego.

Qué hijo de...

No puedo terminar mi insulto porque de repente gira en una esquina y nos encontramos con una puerta abierta.

Los vestidores.

Puedo escuchar las voces, las risas y las felicitaciones. Yo me mantengo pegada en la pared porque no quiero que me vea. Sé que Nelly se quiere burlar de mí por lo ridícula que me veo y por la ridícula situación que me trajo aquí, pero se apiada de mí disimulándolo un poco

Por nervios me acomodo mis gafas de sol.

—Chicos —Steven se para en la puerta, el silencio extendiéndose por toda la habitación—, les he traído a un amiguito.

Bruno se suelta de mi mano y corre hacia adentro. Yo me voy detrás de él por instinto, pero freno en la puerta, manteniéndome al margen.

—¡Hola! —saluda mi hijo, ganándose la sonrisa de todos—. Me encanto el partido.

Inevitablemente encuentro a Caelan sentado. Estaba a punto de ir a las duchas, lo sé porque no tiene camiseta. Su piel descubierta, tonificada y ese maldito abdomen marcado que tantas veces acaricié.

El poder del amor #2 B.P [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora