D i e c i n u e v e

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A l y s s a

Nunca creí que organizar una fiesta infantil sería tan difícil. Hay tantas cosas en las que pensar, tantas cosas que traer y hacer. Y aunque contraté a alguien para que me ayudara, aun así me siento muy estresada mucho antes de que inicie la fiesta.

Pero Bruno lo vale.

Eligió la temática de futbol para su fiesta—por supuesto—, organizamos varios juegos donde otorgaremos premios y le compramos un inflable para que los niños se diviertan en él. Está que no cabe de la alegría, hemos invitado a todos sus amigos del equipo de futbol, y algunos del preescolar. También he invitado algunos niños con los que trabajo, así que la fiesta pequeña creo que no lo será tanto.

Esta será la primera fiesta que le organizo. En sus dos últimos cumpleaños, solo hemos estado nosotros tres acompañados de un pastel y unos cuantos regalos. Esta vez hice una fiesta porque él así lo quería y la verdad es que es un alivio. Bruno manejó la muerte de sus padres lo mejor que pudo, pero en las primeras semanas ni siquiera hablaba, la terapeuta dijo que podía estar en estado de shock, asimilando aún la noticia. Cuando creo que lo entendió, empezó a ser difícil que se relacionara con otros niños. Ahora él tiene amigos, y todo el mundo parece adorarlo.

Es todo lo que podría pedir para él.

Ahora estamos en su habitación. Ha elegido su propia ropa, que consiste en un pantalón, una camisa azul con su hombre y un número, como si fuera de un equipo, y unas botas negras que Nel le regaló.

Se ve demasiado hermoso.

—¿Vendrá Caelan?

Dejo de peinarlo porque me toma por sorpresa.

Desde el día de la película no ha preguntado por él, como si sintiera que tuviera que guardar silencio al respecto. Y ahora que me doy cuenta, yo tampoco sé si Caelan va a venir. Nos invitó a Madrid, sí, pero no dijo nada acerca de la fiesta.

—Bueno —me aclaro la garganta—, él dijo que vendría, cariño.

No quiero mentirle, pero tampoco quiero que se preocupe por eso. Hasta donde recuerdo, Caelan siempre cumple sus promesas. Además, tengo que confiar en que se hará cargo de la horrible situación que está atravesando. Si no quiere que me involucre, creo que tendré que ceder, entonces.

—Sí, pero no ha venido en toda la semana —él se gira hacia mí y lo noto triste—. Cuando él está aquí, tú sonríes más.

Acaricio sus mejillas, sintiendo su tristeza como mía.

Nunca creí que podría estar tan conectada con otra persona que no fuera Caelan. Pero con Bruno lo logré. Si él es feliz, yo soy feliz, pero sí él está triste, parece que yo lo estoy el doble. Es abrumador, incluso extraño, pero no puedo negar que me agrada. Es mi hijo y nada me hace sentir más tranquila que compartir con él tanto como me sea posible.

—¿Qué opinas de Caelan?

—Me gusta que juegue futbol.

—¿Y te agrada? ¿Crees que es una buena persona?

—Sí me cae bien. Y te hace sonreír.

Que se fije tanto en eso causa algo en mí que no sé reconocer con exactitud.

Caelan me hace feliz, sí, ¿pero qué tan feliz me hace como para que él, a su edad, note el cambio en mí?

—¿Y qué dirías si Caelan pasará más tiempo con nosotros? No sé, si lo vieras más cerca de mí.

—¿Cómo si fuera tu novio?

Sonrío.

—Sí. Como si fuera mi novio.

El poder del amor #2 B.P [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora