P r ó l o g o

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S e i s  a ñ o s  d e s p u é s

C a e l a n

Desconexión.

Nunca creí que fuera un sentimiento, de hecho, no creo que la mayor parte de las personas lo consideren como uno, pero así es como me siento.

Veo pasar mi vida a mi alrededor, veo caras conocidas, caras nuevas, sé que sonrío, sé que rio y una parte de mí disfruta, pero es como si estuviera en una simulación. No parece real. O tal vez no quiero que lo sea, porque, entonces, esto sería todo.

¿Y acaso no es suficiente, Caelan?

El clima de la habitación en la que me encuentro es bastante frío, al igual que los colores alrededor. Los muebles son sofisticados y las persianas tintinean ligeramente al compás del ventilador de techo que cuelga sobre nuestras cabezas. Yo me estremezco en mi lugar, aferrando mi mano a mi chaqueta para que me cubra un poco más. También veo por la ventana como en los vidrios empiezan a caer pequeñas gotas de lluvia. El inicio de la tormenta que han pronosticado.

Desde hace años no disfruto la lluvia.

Ahora mismo quisiera estar en mi cama, viendo una película o tal vez comiendo algo, pero sé bien que debo estar aquí porque es dónde se decidirá mi futuro.

Me esfuerzo un poco y miro al frente, donde hay tres hombres en trajes elegantes con un montón de papeles frente a ellos. A mi lado también hay alguien que no ha dejado de parlotear desde que nos sentamos frente a esta mesa, asegurándose de que todo salga como ambos queremos. O eso es lo que me gusta pensar.

Estuve dos años en la academia de futbol en Nueva York, como se había acordado, y después el equipo de local me acogió. Debo admitir que en ese momento la suerte me sonrió demasiado. Había un montón de chicos muy talentosos en la academia, pero ellos se fijaron en mí, cumplieron con lo que me prometieron y, sinceramente, no sé qué habría hecho de no haber sucedido así.

Empecé a jugar con ellos y todo era estatal, hubo buenos partidos y digo con orgullo que ganamos muchos de ellos gracias a mí, y aunque el equipo de Nueva York siempre tendrá un lugar muy especial en mi corazón, hace unas semanas el director del equipo me informó sobre una oferta en el extranjero y no me pude negar.

No porque no estuviera cómodo en mi equipo, o porque creyera que todo eso no me es suficiente, sino que Estados Unidos no es para mí. Desde hace años siento que me asfixia y me hará bien un cambio de aire. Tal vez estar aquí es lo que me está desconectando.

Además, todo va como la seda. Parece que estoy obteniendo un buen acuerdo y Maya Wong se está encargando de todo.

Como siempre.

Nos conocimos hace un año y medio exactamente. Ella trabajaba como abogada de medio tiempo para el equipo, el resto lo utilizaba para trabajar en una firma muy competitiva que solo valoraba el trabajo de los hombres. Así que, cansada de eso y al ver que empecé a recibir ofertas de todos lados para unirme a equipos estatales, anuncios publicitarios o acudir a programas de deportes, me propuso la idea de ser mi representante y abogada.

No la conocía demasiado, nunca conocí a nadie demasiado, pero me hacía falta ayuda así que dije que sí. Y la verdad es que no me arrepiento en lo absoluto, ella es muy buena en su trabajo y confío plenamente en lo que está haciendo por mí.

—Esas son nuestras condiciones —finaliza ella algo que probablemente ya me había mencionado, pero que ahora no recuerdo muy bien—. Es importante para nosotros que se enfoquen en priorizar el bienestar de Caelan. Sabemos que es una gran oportunidad, pero para nosotros se trata de algo más que números.

El poder del amor #2 B.P [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora