Como Caelan prometió, la cena fue deliciosa. Consiguió que nos prepararán la mejor lasaña que he probado en mi vida y compró una botella del vino que bebimos en el restaurante para nosotros y el mejor jugo de ciruela para Bruno. Después de tanta comida, mi hijo ha caído rendido en la cama de la habitación. Nosotros permanecemos en la sala, tal vez ya demasiados ebrios.
—Vamos, dímelo —lo empujo juguetonamente en el hombro, ya sintiendo que la cabeza empieza a darme vueltas por el vino, pero no quiero dormir, no ahora—. Yo también te lo diré.
Caelan hace un mohín y sé que por fin he logrado convencerlo.
—Me gustaste desde el primer momento que te vi en el internado, Allen —confiesa después de largas súplicas—. ¿Cómo no podrías? Les gustaste a todos. Estabas despampanante, y te conocían todos. Simplemente era imposible estar en la misma habitación que tú y no mirarte.
A pesar del alcohol en mi sistema, no puedo negar que las mariposas aparecen en mi estómago.
—¿Y por qué nunca me hablaste?
—Porque tenías novio.
—Pero pudimos ser amigos.
—Claro, habríamos podido ser amigos, pero eso no era lo que quería de ti —se acerca un poco hacia mí, permitiéndome ver mejor sus pupilas dilatadas por mí y por el vino—. Siempre has sido tan preciosa, y sabía que no tenía oportunidad. Te veías muy cómoda con Sam y yo no pretendía arruinarlo.
Tomo su mano y la pongo en mi muslo, él no tarda en darme un apretón que activa todos mis sentidos.
—¿Y qué cambió? ¿Por qué me coqueteaste cuando entré a tu habitación?
—Vi la forma en la que me mirabas. Y me dio valentía el que no te fueras. Sabía que lo querías, así que vi mi oportunidad y la tomé —sonríe de lado, muy orgulloso de sí mismo.
Yo también estoy orgullosa de eso. Ahora que sé esto no puedo parar de pensar en qué habría pasado si nunca hubiera entrado a su habitación ese día, si Carl nunca hubiera estado merodeando los pasillos de esa ala. ¿Qué tal si hubiéramos llegado un día después? ¿Qué tal si hubiera entrado unos minutos antes y Caelan y yo nunca nos hubiéramos topado ahí? Mi vida sería muy diferente, en definitiva. Cada decisión, cada momento duro y feliz nos ha traído hasta este momento y me siento en paz con ello. No hay otro lugar en el que me imagine.
—Es que te veías tan increíblemente sexi —susurro, acercándome a él hasta que quedo encima de su regazo. Él lleva sus manos a mi cabello y lo echa hacia atrás para verme mejor—. Siempre has sido muy guapo.
—Ahora dime cuándo empecé a gustarte.
—No me permitía pensarlo como tal, pero sucedió una vez que te vi en uno de tus entrenamientos. Estabas sin camisa, sudando, dándole indicaciones a todos de cómo debían jugar y solo podía pensar en lo atractivo que te veías. Además, el short te quedaba muy ajustado y no fue nada difícil imaginarme lo que tenías entre las piernas.
Mis palabras provocan que se ría y yo lo veo hacerlo con una sonrisa.
Si sobria ya soy bastante pervertida, está claro que ebria pierdo el filtro completo entre mi boca y mi cerebro, pero no me preocupa, no hay otro lugar más seguro para perder el control que junto a Caelan. Quien, claramente, está mucho más lucido que yo.
—Bueno, ahora ya no tienes que imaginártelo.
Me toma por las caderas y me sube más en él hasta que estoy sentada sobre su entrepierna. Sé que si me muevo un poco lo pondré duro, pero aún hay cosas que tengo que saber.
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El poder del amor #2 B.P [✔]
RomanceCaelan tiene una vida perfecta. Juega fútbol en el equipo perfecto, tiene una perfecta carrera y perfectas oportunidades. Y le agrada. Así su mente no piensa demasiado en la persona que su corazón tanto extraña. Pero cuando ella vuelve y pone todo d...