En algún punto de la tarde, me encuentro a mí misma sentada, mientras veo a Caelan organizando el juego para los niños. Es algo muy estadounidense, pero parece que les agrada. Se trata de meter un pequeño balón en el agujero de una tabla inclinada que permanece en el pasto. Cada niño que lo logra, recibe su premio y de igual forma, quien no lo mete, Caelan también se los da.
He sonreído tanto en las últimas horas que me duelen las mejillas.
Bruno no se ha despegado de él en un buen rato y Caelan le presta atención, le acaricia el cabello o lo carga sobre sus hombros cuando se juntan demasiados niños y no le dejan observar el juego.
Esto es simplemente maravilloso, como un sueño del que no quiero despertarme jamás.
Caelan lo baja cuando es su turno. Yo me mantengo atenta, observando el tiro, y parece que nadie más lo nota, pero él toma la mano de mi hijo cuando tiene que lanzar y así le ayuda a hacer un tiro perfecto.
Mientras todos los niños felicitan a Bruno, Caelan se gira hacia mí y me guiña un ojo.
Sonrío y niego, divertida.
—Es bueno con los niños —me sobresalto cuando escucho la voz de Nico a mi lado.
Estaba tan concentrada viéndolos que no noté que estaba aquí. Y parece que tiene un buen rato porque su vaso de limonada ya va por la mitad.
—Sí —murmuro, aclarándome la garganta—. Debí decirte que iba a venir.
—Aly, esta es tu casa. No tienes que darme explicaciones sobre quien viene o no.
Parece que es sincero, pero aún hay cierta tristeza en su voz que no me deja tranquila. Me pongo de pie y me cruzo de brazos a su lado.
Lo que me dijo hace unas semanas no deja de darme vueltas en la cabeza.
No sé nada de ti.
Tal vez si le contara cómo fue nuestra vida antes de llegar aquí, pueda entender mejor por qué nunca he dejado de amar a Caelan, ni podré. Y aunque me parece un poco violento contárselo después de haberlo rechazado, creo que se merece saber la verdad.
—Nos conocemos desde los diecisiete —inicio, ganándome su atención al instante—. Estábamos en la misma preparatoria. Sabíamos de la existencia del otro, pero pasamos años sin hablar, hasta que... bueno, ocurrió un accidente y terminé en su dormitorio en el internado donde estudiábamos —fijo mi mirada el frente, en ellos—. Yo tenía novio en ese momento, pero Caelan... él, bueno... no lo sé, las cosas se dieron con demasiada facilidad y cometí un error del cual nunca me he arrepentido —Nico se remueve en mi lado, y yo sé que lo ha entendido—. Mis padres son... complicados, y cuando supieron que estaba con él trataron de arruinar sus posibilidades en el futbol. Yo renuncié a todo solo por él.
Caelan da el último premio y yo me giro hacia Nico, pero él no me mira.
—Éramos muy pequeños, pero si hubieras estado ahí, lo entenderías.
—Estás enamorada —susurra con una emoción que no logro entender.
—Siempre lo he estado.
Nico por fin suspira y tiene la fortaleza de girarse hacia mí. Esta vez la pequeña sonrisa que se forma en sus labios me parece sincera, para nada forzada.
—Él también está enamorado de ti, Aly.
Sonrío con tristeza.
—Puede ser, pero... lo lastimé. Lo lastimé demasiado.
—¿Fue intencional?
Aprieto los labios y asiento.
Claro que lo fue. Quería que me dejara, quería que se fuera y no viera la persona en la que me iba a convertir a su lado y si no buscaba la ayuda que necesitaba. Estaba tan aterrorizada de hacerlo sentir decepcionado en un futuro que preferí decepcionarlo en ese momento de la manera más cruel que se me pudo ocurrir.
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El poder del amor #2 B.P [✔]
RomanceCaelan tiene una vida perfecta. Juega fútbol en el equipo perfecto, tiene una perfecta carrera y perfectas oportunidades. Y le agrada. Así su mente no piensa demasiado en la persona que su corazón tanto extraña. Pero cuando ella vuelve y pone todo d...