A l y s s a
Cuando me siento en la silla de mi consultorio, respiro profundamente como si hubiera estado corriendo durante horas. Así se han sentido los últimos días. Tantos problemas, tantas emociones intensas... Dios, creo que me he alterado más en una semana que en seis años. Pero está bien, así se mantiene interesante y por fin he podido sacar a la nueva mujer en la que me he convertido.
No me importa ensuciarme las manos de vez en cuando.
Reviso mi agenda en la computadora que Alba se encarga de actualizar cada día y me doy cuenta de que mi primera cita es en una hora. Debí quedarme con Caelan en casa, pero me he acostumbrado tanto a llegar temprano al trabajo que no recordé que ya empiezo a tener citas por las tardes.
Suspiro y empiezo a organizar mi escritorio, las libretas en las estanterías y elimino algunos archivos en mi computadora que ya no necesito. Me gusta hacer esto, es... mi lugar. Puedo organizar como quiera, puedo sentirme realmente productiva, sentir que estoy ayudándole a alguien con todo lo que sé.
Creo que convertirme en pediatra es una de las mejores decisiones que he tomado en mi vida.
Antes de que empiece a aburrirme porque se me acabaron las cosas que hacer, escucho golpecitos en la puerta y alzo la mirada, encontrándome con Nico.
Sonrío ampliamente.
—¡Ey! ¿Dónde has estado?
Alza una ceja, divertido, y entra a mi consultorio con dos vasos de café en la mano.
—Te preguntaría lo mismo pero, básicamente, has estado en todo lados.
Suspiro y tomo el café que me ofrece. Ya tomé bastante en el desayuno con Caelan, pero nunca está de más.
—Gracias —le digo, dando un sorbo—. Ha sido una semana ajetreada.
—Me imagino —asiente, poniéndose cómodo en la silla de enfrente—. ¿Bruno está bien? Lo vimos en la televisión. Bueno, sabíamos que era él.
Me paso las manos por la cara.
—Dios, no lo he llevado con tus padres. Deben estar enfadados.
—Están preocupados —se encoge de hombros, como si no fuera importante—. Lo superarán.
—No, claro que no. Lo llevaré mañana, después del trabajo.
A Bruno le gusta mucho visitar a los señores Ruiz. Le gusta mucho el pan que hacen y siempre lo ponen a ver caricaturas antiguas que terminan agradándole mucho. Además, le hará bien distraerse un poco de la escuela. No quiero que sienta que es lo único que debe hacer además del futbol.
—¿Pero está bien?
—Sí, claro —respondo de inmediato—. Lo hemos mantenido lejos de esto tanto como podemos. No quiero que pierda su privacidad tan pequeño.
Porque, en definitiva, sé que algún día la perderá por completo. Crecerá, querrá salir a todos lados, tendrá una vida, y siendo quienes somos, está claro que llamará la atención en todos lados. Espero que eso no llegue a molestarle. Pero haré todo lo que esté en mis manos para que no sufra una experiencia como la mía o la de Caelan.
—¿Y el futbolista? —pregunta, dándole un trago a su café—. Vi el vídeo.
—El chico dijo algo sobre Bruno... y, bueno, ya le habíamos pedido que borrara sus fotos, y no lo hizo así que...
—Ya decía yo que no me parecía un tipo violento.
Sé bien por qué lo dice, y entiendo su preocupación, pero no me siento cómoda con que las personas crean eso sobre Caelan. Por desgracia, solo las personas que estuvimos en ese momento sabemos por qué reaccionó así en realidad.
ESTÁS LEYENDO
El poder del amor #2 B.P [✔]
RomanceCaelan tiene una vida perfecta. Juega fútbol en el equipo perfecto, tiene una perfecta carrera y perfectas oportunidades. Y le agrada. Así su mente no piensa demasiado en la persona que su corazón tanto extraña. Pero cuando ella vuelve y pone todo d...