Capítulo 7

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Capítulo 7

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Luna B. Ross

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           Entramos en una habitación grande, unas tres chicas más están aquí, recostadas en los sofás, descansando y conversando, otras dos se están maquillando. Parece un camerino, con sillas y espejos de maquillaje de lujo.

            Un hombre entra junto al que nos recibió, también lo hace Brice. Los tres nos observan por un momento.

           —Señoritas, bienvenidas —dice uno de ellos—, espero se encuentren cómodas aquí, saldrán en media hora.

           Brice asiente hacia nosotras. —Prepárense —nos dice.

          Las cuatro asentimos y nos vamos a las sillas para retocar nuestro maquillaje o revisar nuestra ropa.

          —¿Te quedarás esta noche? —le pregunta el hombre a Brice.

          Brice afirma con la cabeza. —Te aceptaré un trago.

          —Alguien habló de un trago —canturrea ella entrando al cuarto con una brillante sonrisa. ¡Oh por Dios!

           Cleo trae un uniforme de mesonera, ajustado y corto, que deja ver toda la extensión de sus piernas, unas botas largas con tacón de aguja y su hermoso cabello rizado que cae como una leona exótica.

           Cleo trae un uniforme de mesonera, ajustado y corto, que deja ver toda la extensión de sus piernas, unas botas largas con tacón de aguja y su hermoso cabello rizado que cae como una leona exótica

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          El hombre sonríe y se acerca a Cleo, pasando la mano por su cintura, deja un beso en su mejilla. —Siempre oportuna —le dice, y toma los tragos de la bandeja que ella trae ofreciéndole uno a Brice. —Vayamos a relajarnos —le ofrece y este asiente.

           Cleo nos dedica una sonrisa y sale tras ellos. Imaginé que de alguna forma sería parte de esto también, tengo que admitir que es una maestra del trabajo encubierto. Ahora es nuestro turno de no arruinar las cosas.

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           Mi corazón se estremece con fuerza cuando nos mandan a llamar, el espectáculo iniciará. Tal como conversamos en los ensayos, debemos hacer un gran esfuerzo en llamar la atención de todos en el club, debe ser tan llamativo que estos dos hombres desde sus palcos privados quieran un momento a solas con alguna de nosotras.

         Al entrar en el corazón del club, la música retumba, personas bailando por todas partes, luces de colores en todas las direcciones y humo. Telas cuelgan desde el techo tal como lo planeamos.

         Cuando subimos al escenario las luces bajan, dejándonos en oscuridad, hay cuatro tubos esperando para nuestro acto. Las luces se suavizan y la fuerte música baja su volumen, dando paso a las canciones que hemos escogido. Las cuatro nos colocamos de espaldas al auditorio.

#5 La RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora