Capítulo 9

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Capítulo 9

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Magda Dass

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            Algo no está bien, la casa D'Vito que nos tocó revisar, se ve solitaria y silenciosa. No hay ningún tipo de movimiento y eso no me gusta. Puede significar que se han ido o que nunca estuvieron aquí. Cualquier escenario es malo.

           Siento de nuevo el movimiento brusco de Elize en el asiento de atrás. Su rodilla se entierra justo detrás de mi asiento, es decir, en mi espalda.

          —Podrías dejar de moverte por un maldito segundo —le exijo.

         —Lo siento —espeta—, pero estos asientos son terriblemente incómodos.

          —Te dije que fueras atrás en la cabina —replico.

         —No iba a dejarte sola con este sujeto, ni lo iba a mandar a él a la parte de atrás, solo.

         —¿Me tiene miedo, agente? —cuestiona Jeray con diversión, volteando ligeramente hacia Elize.

           —No —responde ella secamente—, no confío en ti, respeto el que Brice te haya permitido ayudar, pero no lo apruebo.

           —Afortunadamente, no eres quien manda, agente —contesta él con una sonrisa.

            Elize es una idiota... Oculto la sonrisa que intenta brotar de mis labios con el comentario de Jeray y más bien volteo a verlos con expresión seria. —¿Terminaron? Tenemos trabajo.

            —Tú mandas, Maggie —me dice él.

            Niego y vuelvo la vista al frente. —Tú tocarás la puerta —le digo a Jeray—, yo estaré debajo de la escalera, saldré cuando lo indiques.

          —¿¡Me dejarás de chofer!? —exclama Elize.

           Respiro profundo y me giro hacia ella. —Necesito a alguien "confiable" al volante, por si hay que huir a prisa —sonrío con esa pizca de sarcasmo y abro mi puerta. Sé que me estoy arriesgando al entrar con él de compañero, no lo conozco, ni siquiera sé que tan bueno es o no, pero si algo pasa prefiero tener a una agente afuera.

             La casa está en un vecindario, así que no podemos llamar tanto la atención. Me oculto donde le dije a Jeray, mientras él sube los escalones y toca la puerta con naturalidad. Al cabo de unos segundos un sujeto se asoma.

          —¿Qué quieres? —le dice.

          —Nieve —responde Jeray con seriedad—, y no te atrevas a negarlo, porque llamaré a D'Vito yo mismo.

            El hombre joven traga, quita las cerraduras y abre la puerta. Lo hizo bien, sabía que decir y su actitud confiada y autoritaria hizo el resto, al menos no me equivoqué al escogerlo para que nos hiciera entrar.

            Cuando Jeray da un paso adentro, me da una mirada de reojo y a prisa subo la escalera. Cuando llego arriba tiene al sujeto silenciado con su arma, entro y cierro la puerta. Entonces Jeray lo golpea con la culata del arma y lo arroja al suelo, inconsciente.

            Me mira y ambos asentimos; continuamos avanzando y revisamos el piso inferior yéndonos por lados diferentes. El olor a licor es intenso, puedo ver los restos de pases de cocaína sobre la mesa de centro, todo está regado y sucio.

#5 La RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora