Capítulo 27

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Capítulo 27

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Rooney Bauer

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        Son las 11 de la noche,  ya todas las luces están apagadas, supongo que ya todos deben estar durmiendo, yo debería intentar hacer lo mismo.

         Decido dar una última vuelta por la casa, aunque las familias han estado a salvo en esta isla, me gusta asegurarme de que todo esté en orden. Además, con tanta incertidumbre y los últimos sucesos, todos acá han estado tensos, distanciados y diría que algo tristes.

          Paso por la habitación donde se están quedando Agatha y Naiara, ambas están acostadas en sus camas, pero con los ojos aún abiertos.

         Pobres pequeñas, estos últimos días han sido muy duros para ellas, están solas y sin saber si volverán a ver a sus padres otra vez, no es justo que pasen por algo así, pero, ¿qué es justo en esta vida?

           Golpeo levemente la puerta y ambas voltean sus ojos de inmediato hacia mí, una sonrisa cruza sus rostros.

          «Dios, qué dejavú», es como volver a ser adolescente y ver a Mish y Zeth en cama, extraño esos tiempos y se siente raro revivirlo en estas circunstancias tan diferentes. No soy esa chica que ellos consideraban un ángel, ahora soy una mujer intentando salir de un agujero muy profundo.

         —¿No pueden dormir? —les pregunto.

          Ambas niegan levemente, así que entro y me siento en la cama de Agatha, le hago señas a Naia para que se nos una y de inmediato lo hace.

           —Saben, cuando sus papás eran niños, les encantaba que yo les contara historias, juntos siempre creábamos grandes aventuras en los bosques, y después yo inventaba un cuento de esas cosas, solo para ellos.

         —¿Tú conociste a los lobos? —me pregunta Agatha con emoción.

         —¡Por supuesto!, tengo muchas historias de esos cachorros.

         Ambas sonríen con emoción y se recuestan de mí. Respiro profundo y me trago toda la nostalgia.

          Paso la siguiente media hora con ellas, hasta que han logrado dormirse. Con cuidado abandono la cama. Antes de cerrar la puerta les doy una última mirada, parece que aún tengo el toque con los pequeños.

          Bajo las escaleras, tomaré un poco de agua antes de acostarme. Una ráfaga de brisa me sorprende, me abrazo a mí misma y camino hacia la puerta principal; sí, está abierta.

          Cuando me acerco a cerrarla, observo una figura sentada en las escaleras del porche.

        —¿Kaelyne? —ella voltea—, ¿tu mamá sabe que estás aquí? —le pregunto.

        —Sí, está con la bebé, yo solo necesitaba aire —responde.

         —Oh, ya veo.

         Me debato en mi mente qué hacer, porque no quiero solo dejarla acá, así que me siento a su lado, ambas permanecemos en silencio por un rato.

         —¿Te cuesta dormir? —le pregunto con suavidad.

         —Un poco —contesta.

#5 La RedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora