Seis años han pasado desde los eventos narrados en "Sonidos Mudos", pero la historia de nuestros personajes está lejos de alcanzar un "final feliz". La vida les ha mostrado una y otra vez que no siempre tenemos el control sobre nuestro destino. No e...
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Deepness C. Bauer
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Me siento en la cama, observando los detalles de la bonita habitación donde nos encontramos. La verdad no tiene muchos muebles o decoración, aun así se ve bien arreglada y elegante.
Todos estos días han sido un sube y baja de emociones. Me preocupa tener a mi niña tan lejos, pero a la vez me tranquiliza pensar que está en un lugar seguro. Solo quiero que todo esto termine de alguna manera.
Que al final de toda esta operación, pueda sentirme en paz, libre de estar en cualquier parte, sin temor de que a alguno de nosotros nos pase algo malo.
Zeth entra a la habitación y deja su bolso a un lado. Cuando me mira, una expresión de alivio cruza su rostro. Sonrío un poco y me acerco hasta él. Necesitaba abrazarlo, hace un par de días que no lo veo, desde que se fue con Brice.
Mi esposo me envuelve en sus brazos con fuerza, y deja un beso en la cima de mi cabeza.
—Me alegra verte bien —le digo.
—Puedo decir lo mismo —responde.
Me separo de él y regreso a la cama. Así le doy espacio para quitarse la chaqueta y ponerse un poco más cómodo. En cualquier momento, Brice nos llamará, y el breve descanso habrá terminado.
—¿Todo bien por acá? —me pregunta.
—Sí, Nina hizo un gran trabajo acomodando este lugar para que no todos podamos quedarnos.
—Sabía que lo haría, este es de los apartamentos más grandes que tenemos.
—¿Tienen más? —indago con algo de sorpresa.
Zeth me mira y sonríe levemente. —La empresa tiene muchas propiedades, la mayoría se encuentran rentadas, afortunadamente esta estaba disponible.
—Supongo que aún hay mucho que no conozco, mucho de lo que tienes —admito.
Él asiente, y se sienta a mi lado, toma mi mano en la suya y deja un leve beso en ella. —Tenemos —aclara—, todo lo que tengo, ahora es tuyo también, Deep. Cuando volvamos a casa, te llevaré a la oficina principal y te enseñaré todo de la compañía.
Sonrío. —La verdad, me gustaría que, al volver, me dieras algo que hacer más que solo estar en casa, es decir, quisiera tener un trabajo, sentir que te ayudo de alguna manera.