Quieren volverme loca

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...

Una pareja se encontraba con dos hermosas mellizas, una con cabello negro, y otra con cabello castaño. Las pequeñas bebés de casi 3 años corrían y jugaban con sus padres, riendo y carcajeando a lo largo del jardín.

Elena las reconocía, eran sus hijas, su amada Hermione y Jane. Una sonrisa se formó en sus labios y trató de caminar hacia ellas, pero a medida que se acercaba a los Granger ellos se alejaban, para luego sentir como era jalada hacia atrás

---¡Hermione! ¡Jane!... ¡Esperen!--- dijo extendiendo sus brazos hacia ella, tratando de alcanzarlas ---¡ESPEREN!--- gritó saltando en su cama, despertando al fin.

Miró sus brazos por un momento, para luego abrazarse a sí misma, soltando un sollozo con sus ojos vidriosos.

Claro que Crookshanks no tardó en socorrer a su dueña, trepándose a la cama para restregarse contra su abdomen pidiendo cariños.

La bruja lo tomó entre sus brazos, llenando su cabeza de besos mientras lo escuchaba ronronrear.

---Tú eres la razón de que no me haya vuelto loca en estos 7 meses--- le dijo, parándose de la cama, dirigiéndose a la ventana sin esperar encontrarse con algo interesante.

Pero lo hizo.

Lucius Malfoy caminaba hacia la entrada sin percatarse de que la bruja lo observaba.

Corrió a esconder a Crookshanks en el hueco del piso debajo de su cama, el cual había hecho especialmente para momentos como este, con el motivo de esconder a su gato de Malfoy. Pues el peludo había sido traído de contrabando por Snape (quien no quería que estuviera sola).

Se levantó justo al tiempo que Lucius abrió la puerta.

---Estás despierta, perfecto, eso hará todo más fácil--- dijo sacando una navaja, un pequeño frasco de cristal y unas vendas ---Ven aquí.

---Ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos--- dijo molesta, acercándose al mago.

---No vengo por gusto, créeme, pero mi hijo Draco ha enfermado, entonces no tenía otra elección

---¿No te alcanzaban las monedas para llevarlo a San Mungo?--- le preguntó mientras Lucius tomaba su mano para realizarle la cortada.

---Lo que tiene no puede ser curado por mediocres e inavanzados sanadores.

---No me digas, tiene viruela de dragón--- adivinó, provocándole al rubio un gruñido ---Refresca mi memoria, Lucius ¿No fue de eso que murió tu padre?... Agh--- se quejó la bruja cuando el mago cortó la palma de su mano bruscamente, molesto por el comentario.

---Anda, cúrate, que si tu cuarto se mancha de sangre serás tú quien tenga que limpiarlo--- le advirtió mientras llenaba el frasco del tamaño de un dedo con la sangre de la bruja.

---¿Cuándo me dejarás salir?--- preguntó la bruja con una mueca mientras secaba su cortada y colocaba la venda al rededor de la palma de su mano.

---¿Por qué debería de hacerlo?--- soltó Lucius aún molesto, guardando en un empaque el frasco.

---Porque en unos días será mi cumpleaños, y en 3 meses el de Harry, y en 5 meses será el cumpleaños de mis hijas, tan siquiera permíteme verlos a la distancia...

---No--- la interrumpió Malfoy ---Y no esperes verlas ni cuando cumplan 16, estarás aquí hasta que el Señor Tenebroso regrese y no te irás antes ¿entendido?.

---¿Estás diciéndome que puedo morir sin volver a ver a mi familia?--- Lucius asintió desinteresado.

Elena agachó el rostro, negando con la respiración acelerada, su mirada se dirigió a la navaja que estaba en la mesa frente a ella y sin pensarselo dos veces la tomó y trató de apuñalar a Malfoy.

Mi felicidad y mi tristeza [Pt.3] Sirius y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora